2.707K corridos, 337 días viajando
Como suele pasarme, pensé que varias noches en Zagreb eran muchísimo tiempo para una city. Pero tampoco tenía claro si iba a estar 5 o más, dependía de mi paquetitos (esperaba uno de Premax, una marca de cremas australiana, y mi paquete de Holafly, del que ya os hablé en mi post AtraPagda).
Fué una súper alegría y un buen comienzo que al día siguiente de llegar, ¡ya recibí las dos cajitas! Asique por esa parte no tenía que preocuparme… Además, el sitio prometía: el hostel era buenísimo (Hostel Bureau) y la gente de por ahí hispanohablantes en su mayoría 😉 Hice buenas migas con un chileno, Rubén, con el que a partir de encontrarnos en la habitación, hicimos casi todos los planes (hasta corrió el último día) juntes.
El primer día, lluvioso, decidimos ir al Museum of Broken Relationships, un museo en el que exponen objetos donados que supuestamente se queda la otra parte (antes de donarlos) después de una ruptura; y tienen un cartelito con la explicación del objeto. Además, no siempre se trata de relaciones amorosas: hay filiales, de amistad o incluso relaciones con une misme. Habría muchos objetos que me llamaron la atención, pero particularmente me gustó un vestido de novia y sus zapatos, pero por la historia que tenía. Resumiendo, la chica (la dueña del vestido) había conocido a su pareja y, a pesar de que el entorno dudaba de el chico, acabó casándose con él a los 6 meses. Duraron poco menos que otros 6 de casades, porque acabó descubriendo que era falso todo lo que conocía de su amor: no tenía el trabajo que decía, estaba involucrado en mafias y drogas, y tenía una amante entre otros muchos datos oscuros. Pero el texto acaba diciéndo “pero yo el día de la boda, con ese vestido y esos zapatos me sentí espectacular”.

Otro día fuímos al Mercado Dole a pasar la mañana, con la excusa de que era barato comprar ahí (creo no mercamos más que medio kilo de uvas y 3 tomates). Lo mejor del plan: el cafetín al solete de después 🙂
Las tardes yo las pasaba haciendo mis últimos kilómetros corriendo en Croacia: otra de las cosas positivas de la city es la cantidad de parques que tiene. Además, a poco que te alejas, parece, por la vegetación (grandes árboles y caminos de tierra), que estás en el bosque. ¡Me encantaba correr por ahí! Pero no era yo la única: los locales se acercaban por las tardes a hacer algo de ejercicio o simplemente para pasear.

Y el día que a mi más me gustó fué cuando fuimos de trekking a Samobor. Samobor es un pueblo que está a 45 minutos en bus de Zagreb, y cuenta con un parque nacional. Cuando llegas, si sigues el río, te encuentras marcadas varias rutas, pero ¡ojo! que se te puede ir de las manos, como a nosotres, y acabar haciendo casi 25K 😉 Pero sino te quieres perder, puedes ver la ruta que hicimos en Wikiloc.
En fin, ha sido un gustazo y me quedo con muy buen sabor de boca de Croacia, y ¡espero tanto volver pronto como que no sea la última vez que coincido con Rubén!