Vuelven mis chicas, esta vez a subir en globo, ¡bieeeeeen!

3.673K corridos, 440 días viajando

El equipo de las chicas, que repiten visita después de su incursión en Enero 2020 en la India (puedes ver los detalles en Dixit, tuk tuks y relax), llegaron el jueves 14 de Enero sobre las 5 de la tarde. Esta vez venían Laura (la campeona de visitarme, con una puntuación de 3 veces en el marcador), Sandra (hermana de Laura), y Mery (inseparable amiga de Sandra). Yo las estaba esperando en el alojamiento, Panda Residence Deluxe Taksim (elegido y muy bien elegido por Sandra, que se ha encargó bastante de la logística en esta ocasión). Me encontré nada más salir del metro un barrio fenómeno, con una calle peatonal con todos los comercios modernos que te puedas imaginar (Mango y Adiddas entre otros); y ya en el alojamiento, una habitación con dos camas de matrimonio enormes. ¡Vuelta a la vida acomodada por unos días!

La aventura no pudo comenzar mejor: después de unos abrazos y de comprobar gratamente sorprendida que venían con una mochila bastante pequeña (en la que por supuesto, la plancha de pelo no faltaría), bajamos a tomar algo. A pesar del lock down del país (los restaurantes y bares sólo están abiertos por normativa para recoger comida), debajo del hotel estaban reformando un local para abrir una crepería libanesa donde tuvimos mucha suerte: nos invitaron a sentarnos y tomamos el primer té y unos creps enormes y dulcísimos. ¡Qué pena que no pudiera demostrarles que efectivamente estoy reduciendo mi ingesta diaria (porque como un montón y me gasto muchas pelas en ello)!

Después salimos a dar una vuelta y a comprar provisiones (cervezas básicamente) y probamos un par de juegos nuevos: Jungle Speed (ese ya lo conocía) y Coloretto (más sencillo, por lo que yo lo prefería). ¡Lo que me gustan los juegos de mesa! El Jungle Speed consiste en quedarte sin cartas a base de ir pasarsándoselas de castigo a tus contrincantes cuando ganas una batalla. La batalla ocurre cuando salen dos cartas iguales (son todas sorprendentemente parecidas), y se gana cuando te llevas el totem (de madera) antes que tu contrincante. Claro, que esto conlleva arañazos, cervezas en el suelo e incluso alguna que otra discusión 😉 Nunca gané ni por asomo. El Coloretto sin embargo es más simple: consiste en hacer puntos a base de conseguir cartas del mismo color, eligiendo si te quedas la carta que sale del mazo o la pones en uno de los montones del centro, que al final se reparten entre todes. La clave es que la puntuación de las cartas de un mismo color es exponencial, y que si tienes más de tres colores acumulados, restas en lugar de sumar a la puntuación. ¡En éste sí que tuve alguna que otra posibilidad!

Al día siguiente fuimos a un free tour ¡en español y con bastante gente! que entre otras cosas (como conocer Aya Sofía o los varios monumentos de múltiples nacionalidades), a mis amigas les hizo olvidar un poco (y a mí hacerme un poco más consciente) de que éstabamos en tiempos de Covid-19 y semi encerrados en Madrid. Lo empezamos muy bien: Laura cogió el tranvía unos segundos antes que nosotras para ir abriendo camino, yo me zampé un cheese toast para demostrar lo concienciada que estoy con reducir la comida (que sentaría las bases para ser el desayuno preferido de más de una), y todas juntas llegamos un poquitín tarde (para no variar y marcar buenas costumbres españolas). Además, pudimos sociabilizar con la gente que también se había apuntado, a destacar con una uruguaya (que incluso hizo perder la paciencia al guía, que está más que acostubrado a los clientes coñazo). Terminamos por nuestra cuenta el día paseando por la city, visitando el mercado de las especias y el Gran Bazaar. Nos dieron literalmente con la puerta en las narices cuando nos disponíamos a bajar a ver la maqueta del hipódromo y las cisternas de agua en una tienda de alfombras, para desgracia de Laura, que tená mucho interés (a las demás, a pesar de medio disimular, se nos notaba mucho que lo único que esperábamos de la visita era estar calentitas un rato).

El viernes madrugamos para coger un vuelo a las 9.20: nos plantamos antes de las 7 de la mañana en la plaza de Taksim, y en lugar de coger un suttle como planeamos, conseguimos apañar y regatear un taxi. El taxista era un fiel discípulo de Erdogan, con mucho que contarme a esas intespestuosas horas, y yo mucho que escuchar ya que nos había hecho un precio estupendo. No debieron verlo así mis amigas: a los 10 minutos ya estaban planchando oreja en la parte trasera del taxi. ¡Ya me hubiera gustado a mí!

Cappadocia

Y llegamos a Cappadocia, donde decidimos alquilar un coche. Lo que hicimos fue regatear en varios sitios de manera individual, y fue Laura la que consiguió mejor precio y ¡encima el tío del alquiler estaba encantado! Voy a tener que revisar mis estrategias de negociación y aprender algo… Con coche organizado (Laura conductora, Sandra copi y Mery y yo bajo los abrigos en la parte de atrás), nos pusimos rumbo a Goreme. El viaje fue tranquilo, con paisajes nevados a los lados y bajo la premisa, cortesía de Laura, de que cuando hay nieve por decreto quedan relegadas las normas viales. Además, fue un viaje bastante ameno gracias a que, como las funciones del copi eran en primer lugar pinchar música y en segundo lugar (si había tiempo que ojo, era tarea secundaria) guiar al piloto, en la parte de atrás fuimos todo el rato entretenidas o bien con música molona o bien oyendo quejas por parte del piloto sobre la prioridad de las tareas del copi. Pero llegamos a Goreme sanas y salvas.

Desde el mirador de Goreme

Allí nos recibieron con los brazos abiertos el dueño del hotel y todo el personal (que estaban encantados con la visita de 4 españolas sin maridos) y con un té. La calentísima habiación y la copiosa comida hizo que se nos hiciera un poco tarde para pasar por el mirador y luego llegar hasta el castillo del pueblo de al lado. Con lo cual, volvimos de noche unos 5K por una carretera mal iluminada unas detrás de otras, conmigo a la cabeza. Cada vez que venía un coche yo fastidiosamente interrumpía la conversación y las mandaba formar fila, y recuperaba la respiración cuando el coche (generalmente bastante rápido, porque a los turcos les encanta la velocidad) pasaba. ¡Pero llegamos a destino, a pesar de ir completamente vestidas de negro!

Los días por allí transcurrieron tranquilamente: pude correr incluso acompañada (por Laura, que a las demás no las convenzo). Además, visitamos unas cuevas y unas chimeneas, ¡visitas con paisajes peculiares dónde los haya! Y por supuesto, nuestras cervecitas y juegos no faltaron en nuestro día a día.

Mi día preferido por allí fue cuando montamos en globo. Tuvimos que cambiar los vuelos de vuelta y llamar al alquiler de coches (menos mal que eran majetes), pero lo conseguimos: ¡el último día volamos! No lo habíamos podido hacer antes por las inclemencias del tiempo. ¡Fue una experiencia estupenda! A pesar del frío (estuvimos como 45 minutos a -12°), tuvimos suerte de poder sobrevolar Cappadocia nevada, pasando por el castillo y pasando incluso por encima de las nubes. El espectáculo fue precioso, sobre todo porque hay más globos volando alrededor. Además el vuelo es muy suave, vas literalmente flotando por el aire. Ha sido mi primera experiencia, y me acordé de ¡lo que le hubiera gustado a mi abuela poder montar también en uno! Quizá cuando pase por Madrid, la lío 😉

Vistas aéreas del globo

La vuelta a Estambul transcurrió tranquilamente, y cuando llegamos inmediatamente ellas se fueron a hacerse las PCRs, que aquí te las dan casi antes de haberlas hecho y por un precio más que competente: 250TRL (25€); y yo a correr un poquito. Nos juntamos para cenar, cosa que se nos fue un poco de las manos: ¡el sitio contaba incluso con chimenea encendid para nosotras! Pero estábamos de celebración: ¡nos festejábamos lo bien que nos lo hemos pasado y que seguro que vuelven más pronto de lo previsto!

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