Vacaciones de tienda y bici

2.165K corridos, 271 días viajando

Udon Thani me gustó mucho como ciudad: sitio grande, con locales modernos y unos lagos estupendos. Además, uno de ellos estaba rodeado por espacios verdes y convertido en parque (Nongprajac Public Park) y resultó ser el sitio de reunión de los deportistas: clases de aerobic, paseo para bicis y ¡senda para correr, más de 3K!Me pareció impresionante la de gente que vi dandole al running. Claro que, me calenté, y me piqué con una grupeta de corredores (los que más corrían de todo el parque), e hicimos juntos un par de vueltas (por debajo de 4.30, lo que me pareció ritmazo). Al día siguiente volví a buscarles a primera hora de la mañana, pero se conoce qué debí dejarlos reventados porque no vi a ninguno 😉

Por la tarde tocó pillar el bus dirección a Chiang Rai. Era un bus buenísimo, ¡con masaje y todo en el asiento! Claro, que lo pagué: necesitaba que me aseguraran que podía facturar la bici conmigo, que había quedado en Lampang tras unos días de vacas de pedalear de nuevo con Ferran para seguir dándole. La gestión de meter la bici en el bus fue divertida: se negó el conductor a que entrara la bici en su bus, pero la de la ventanilla de los tickets salió rápidamente a argumentar, y no sé si por su tamaño (era enorme) o por los gritos que dió, ganó claramente la disputa y el driver dócilmente metió la bici en su sitio 🙂

Chiang Rai me sorprendió gratamente: iba con la idea preconcebida de que sólo había que ver templos, pero la ciudad y los alrededores (con mucha naturaleza) son fantásticos para pasar unos días. Además el hostel (TT Hostel) que elegí por precio resultó también ser acierto, con desayuno occidental incluído.

Templo Azul en Chiang Rai

Esos días volví a viajar como solía: corrí mis 15K diarios 😉 y me dediqué al slow travel: ver una cosa por día (templos varios y cascadas) y pasar horas muertas debulando por la ciudad o leyendo en algún rincón (entre otras cosas la nueva guía que encontré en un hostel). ¡Cómo me gusta esta vida!

Cascada Khun Korn

Además, estaba en éstas de tomar algo en una terraza  y leer cuando pegué la hebra con una americana, Solane, con la que pude compartir excursiones a templos, trekking a cascadas, alguna cerveza y alguna cena improvisada. Claro que, la pobre sólo podía comer arroz, porque llevaba aproximadamente desde octubre cuando llegó a Tailandia a enseñar inglés, con dolores estomacales. ¡Espero que se mejore y nos veamos por aquí de nuevo, que temo le queda muuuuuuucho tiempo por Tailandia!

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