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El término “unlimited luxury” en un hotel (un todo incluido pero con más calidad) me lo enseñó Blanca, madrileña (de Las Rozas) y afincada en Playa del Carmen. Ella, al trabajar en hostelería estaba mucho más familiarizada con los términos propios del sector. Pero además de eso, y de la diferencia entre diamantes y estrellas a la hora de categorizar los emplazamientos, con ella pude aprender mucho más de un mundo desconocido (o muy ovidado para mí): el de la estética. Pero empiezo por el principio…
Nada más poner un pie en Cancún (puedes ver mis aventuras por allí en Aterrizaje en Cancún), recibí un mensajito de Juan Luis, reportero de Madrileños por el Mundo. Me contaba que, a pesar de que yo no estaba viviendo por la zona, al ser madrileña y tener un proyecto chulo, podríamos grabar algo juntos. ¡Bieeeeeeen! Nos pusimos de acuerdo para quedar el lunes 5 a las 8 en el muelle de Playa del Carmen, para ir a la isla de Cozumel. Además, me comentó que al ferry nos invitaba la Oficina de Turismo de la isla. ¡Menos mal, porque había evitado poner un pie por allí precisamente por lo abusivo que me pareció el precio del ticket: 500MXN (unos 25€)!
Asique después de pasar un par de días por Tulum viendo ruinas y cenotes, y corriendo por sus calles, amanecí el lunes a las 6 de la mañana para cogerme el colectivo rumbo a Playa del Carmen. Allí había quedado además de con Juan Luis, con Blanca, que era la que sería una de las protagonista de Madrileños por el Mundo Rivera Maya. Mi sorpresa fue cuando nos juntamos además con Javi (el cámara) y con Sergio (enviado por la Oficina de Turismo de Cozumel y encargado de cuidarnos). Empezó bien la cosa: nos subieron automáticamente a primera clase y a ver el sitio desde el que se pilotaba el barco. El capitán nos estuvo explicando un montón de cosas durante el trayecto: ¡éramos sin lugar a dudas los enchufados del lugar!
Aunque empezaba ya a intuir plan prometía y mucho, yo discretamente me guardé en el bolsillo el billete del ferry (la vuelta estaba incluída en el pasaje), porque insisto que no estaba (ni está) mi bolsillo para derroches. Pero aún así no me hice mucho de rogar y aclaré (con poca discreción para que no hubiera dudas) que yo me apuntaba a todo lo que pudiera 😉 Y así fue… No sé si porque les caí a la grupeta bastante en gracia, o porque realmente les daba rabia que no pudiera aparecer nada más que un ratito en e vídeo (y si sale, que aún no está claro), pero lo cierto es que me pasé dos días maravillosos con ellos y a todo plan.
Cuando llegamos a Cozumel, Pedro, el director de la Oficina de Turismo, nos estaba esperando para desayunar y contarnos la agenda de festejos. La primera visita era a El Pueblo del Maíz, una finca donde te recibían auténticos mayas y te explicaban cómo trabajaban el maíz, el cacao y el chicle. Pero lo más divertido no fue ni que nos pintaran la cara ni la danza del final: lo que más me gustó fue que íbamos grabando todo, ¡éramos un auténtico séquito de reporteros en acción! Que, para los que no estamos familiarizados con estos temas, la experiencia fue de lo más interesante. Sobretodo ver que el bolso de la actriz principal (Blanca) lo llevaba colgado Juan Luis para ayudarla (lástima que no fuera yo más que actriz secundaria, porque Juan Luis hubiera cambiado un bolso minimalista rosa por una mochila de 10L apta para correr ASICS).
Después tocaba ir a hacer snorkel en tres sitios chulos de los alrededores de la isla. A pesar de que estaba un poco nublado al principio, y de que sólo fuimos valientes Javi y yo para meternos, ¡mereció muchísimo la pena! Ví infinidad de peces, estrellas de mar, alguna mantarraya e incluso ¡una tortuga! Pero de nuevo, la parte más entretenida fuera del plan principal fue hacer uso de la barra libre que había en el barco e hincharnos a chelitas. Ahí, en plena exaltación de nuestra corta pero intensa relación, decidí que haría lo posible para pasar la noche con esa gente.
Después de comer me tocaba a mí el turno de grabar: lo hicimos en el malecón, y tuve la suerte de coincidir con un grupito de runners que, además de participar activamente en la grabación, me comentaron que estaban apuntados a la carrera que se celebraba en la isla en mayo. ¿Terminaré yendo?
En el hotel conseguí alistarme como compi de Blanca, que a esas alturas ya éramos muy pero que muy amigas, a pesar de ser las mujeres más diferentes sobre la faz de la tierra. Cuando entré en la habitación, no pude menos que acordarme de cuando Joaquín (amigo íntimo de mis padres) me invitó a pasar con él en Siem Rep Unos días de turista. Habitación tremenda, con vistas al mar en el mejor hotel de la isla (de 4 diamantes, que para los que no estén familiarizados con la terminología son mejores que las estrellas). Por supuesto, no hubo problema para encontrar todo lo que nos hizo falta de material de baño (a mí para empezar un cepillo de dientes), así como piscinas y jacuzzis. ¡Esque hay que ver la suerte que tengo!
Al día siguiente nuestra agenda consistía en ver un criadero de perlas y grabar más por la city. Pedro de nuevo fue un espléndido anfitrión, y empezó el día invitándonos a desayunar. Al criadero fuimos en lancha con Isabel, la propietaria del sitio, que además de explicarnos todo el proceso de la creación de perlas artificiales e invitarnos a comer, nos sacó a hacer snorkel para poder contemplar los criaderos in situ. Otra vez, lo fascinante de la visita poco tuvo que ver con ella: Blanca (apodada princess por Juan Luis) nos contó un montón de procesos de belleza de los cuales yo no tenia ni idea: pestañas postizas, botox, regeneración celular… Dicho sea que yo (apodada Mogli por Javi) poco más hago de procesos relacionados con la estética que lavarme el pelo (y de vez en cuando).
Nuestro tiempo juntos acabó con el ferry de vuelta. A pesar de hacérseme un nudo en el estómago (parece que he cogido cariño a ésta gente), no pierdo la esperanza: si acaso no salgo en ésta edición del programa, ¡vamos a tener que volvernos a juntar en algún otro lugar del planeta para grabar!
Estaremos atentos para ver si sales 😉