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Aunque por Jinja ya había pasado, y tenido algún incidente no muy positivo (no te pierdas Una historia desagradable), no pude resistir la oferta de Ibrah: me invitó a ver el cole que dirigía, dedicado a la enseñanza de baile, música e inglés, en los alrededores de la city. Además, me ofreció quedarme a dormir en casa de su hermana Ritah (prometía ser una experiencia 100% local, ¡fantástico!).
Llegué y, aunque me pasa pocas veces, desconfié de la persona que me había invitado. La justificación es que estuve esperando a Ibrah en el mismo Jinja para que me llevara a casa de su hermana, y además de venir acompañado por un compi suyo, cuando llegamos al pueblo no estaba claro que supiera dónde vivía Ritah. Estaba anocheciendo, y yo me ví con mi mochilón, en un suburbio a las afueras y dos chicos a los que apenas conocía que me insistían en que esperara. ¡No fue desde luego una espera agradable! Y justo cuando les estaba explicando que me iba a dormir a un hostel de la ciudad y que ya hablaríamos al día siguiente, ¡apareció Ritah! ¡Menos mal!
Bailando en Yimusa Ministeries
Pasamos la noche y al día siguiente me acerqué al cole. ¡Menudo recibimiento me tenían preparado los chavales! Bailes, cantos, juegos… ¡Todo el repertorio! Y por supuesto, acabé bailando con ellos. El cole que dirige Ibrah, Yimusa Ministeries, se dedica a enseñar a los niños (casi 100 de un pueblo cercano a Jinja) música, baile e inglés. ¡Y no faltan los juegos! Los niños acuden después de su jornada lectiva normal para evitar estar en sus casas, dónde la mayor parte de las veces los hacen trabajar o en el peor de los casos abusan de ellos. Es un alivio que puedan ir a un sitio como el de Ibrah, donde relacionarse con otros críos y jugar 🙂
Después de mi experiencia local por allí, partí rumbo a un sitio de ensueño al que de nuevo me habían invitado a cambio de publi en mi perfil de Instagram: Seranda Eco Resort. El hotel, literalmente encima del lago Victoria, prometía ser un remanso de paz y tranquilidad: me alojé allí en exclusiva y acompañada de Nikolas y Harriet (nieto y abuela, los propietarios del resort).
Canoa entre papiros
Tuvé allí una complicada agenda: hicimos en dos días todo lo posible. Tocó canoa por el lago entre papiros, trekking a la montaña próxima, fogata al lado del lago ¡e incluso plantar un árbol! Hice todo lo que se podía y probé platos deliciosos (como la tilapia).
Plantando un árbol
Y seguí mi viaje, en barca destino Kampala dónde había quedado con Lillian (que tal vez te suene de La capi de Uganda). El plan era que ella, su hijo Josusa y una amiga íbamos a Kasese, a ver a Eddie, otro HHH que conocía del día que estuve corriendo con ellos. Tras una hora de demora para llegar a la estación de buses (ya ves, me he acostumbrado rápidamente al horario africano) y un viaje de 8h, conseguimos llegar a destino, donde nos esperaba Eddie.
La agenda de Eddie también se tornó completita: en primer lugar nos fuimos de bares nada más llegar. Al día siguiente, a pesar del esfuerzo que supuso 😉 fuimos corriendo a un sitio de aguas termales, con un río precioso dónde meter los pies. Para desayunar, además del katogo que Lillian preparó (hizo eso y limpió toda la casa, incluídas mis zapas), me atreví a hacerles tortilla de patata (quedó bastante decente esta vez, casi como la última que la puedes recordar en Titicaca y Cuzco: dos imprescindibles en Peru).
Aguas termales en Kasesse
Por la tarde nos acercamos al Rwenzonri National Park a pasear, y cuando yo había desistido de la idea porque me querían cobrar 35USD, Lillian consiguió convecer al guarda-guía del parque para que me dejaran pasar a precio local. ¡Qué puntazo! Porque a pesar de que ya había pateado por los alrededores con Lea (Siguiendo el recorrido en Uganda es el post que tiene los detalles), la experiencia puertas adentro es genial: ¡pura jungla y bosque!
Caminando por Rwenzori National Park
Esos días en Kasese fueron una experiencia 100% local (ojo que acabé cocinando hasta chapatis con Eddie y bajo la supervisión de Lillian) antes de partir de nuevo con la mochila a otros lugares: ¡próximo destino Kenya!
Con Lillian, Josua y Eddie
¡Pues menos mal que cuando te pones a cocinar te da por las tortillas de patata! Mira que si te tirase la vena valenciana y quisieras preparar paellas…
Oye: deberías hacer un listado de platos que vas aprendiendo por el mundo que corres: “recetario oido-oreja(y ojos) por el mundo”. Otra guía para apuntar sería la de “transportes locales por el mundo” (además de esas piernas largas largas…)
Oye no es mala idea… Comidas pora el mundo en lugar de kilómetros para el mundo, jajjajajajja!!! Fuera de cachondeo, intentaré acordarme de tomar nota 🙂
Tu abuela opina lo mismo.
Dice:- “a mi un libro de cocina me encantaría”
Y yo apoyo también la moción.
Seguro que tiene mucho éxito.
Beso
Veo que es una idea que triunfa…