Triatlón a nuestra manera: trekking – bici de paseo – lancha

1.289K corridos, 146 días viajando

Cuando llegamos a Inle Lake Paula y yo teníamos claro qué queríamos hacer: un trekking de dos días y una noche para llegar desde Nyaungshwe a Kalaw. Contactamos con Sunny Day Tour Services, y fue todo un acierto, porque la excursión incluía (casi) todo. Nos recogió en el hostel Nanda, nuestro guía que hablaba inglés, y nuestras mochilas las llevaron a Kalaw en un vehículo de carga.

El trekking fue precioso, cuesta arriba al principio y con mucho calor, pero caminamos por senderos que cruzaban plantaciones y pueblitos. En uno de ellos paramos a comer, y en otro a dormir, donde las mujeres locales pasaban una y otra vez eatallándose de risa de nosotras: debíamos de ser de las pocas blanquitas que visitaban su pueblo… O se hicieron las locas y sólo querían aparecer en nuestras fotos 😉 Además de que las comidas estuvieron fenomenal (no sólo porque además de que esperábamos poco más que arroz y teníamos un hambre que daba calambre, porque de verdad fueron muy variadas y abundantes), pudimos descansar bastante bien. Bueno a esta causa contribuyó mucho mi prima, que desde que viaja duerme una media de 12h diarias 🙂

En un pueblito con gente de allí (y mi prima)

El trekking incluía sólo casi todo porque hubo dos detalles que a pesar de intentarlo mucho y muy fuerte, no conseguimos. El primero fue que Nanda nos comentó que tenía una boda en Kalaw al llegar, y pese a que nos empeñamos (mi prima más insistentemente, que estuvo a punto de ponerse el vestido de boda que transporta en su mochila cuál buena vjera para lo que pueda pasar), no hubo manera: el guía se hizo el sueco y no nos invitó. La segunda dificultad que tuvimos fue que a nuestra llegada quisimos ducharnos gratis (ya ves, manías de Paula con la higiene, que si no le llego a recomendar suavemente el día anterior que no se asease en bolas en medio del campo, tampoco hubiera perdonado esos lavados), y para ello buscamos el hotel dónde nos habían dicho qué costaba la ducha 5.000MMK por persona (unos 3€), asique nos colamos por la puerta trasera. Esta vez nos hicimos las suecas nosotras, pero para la próxima nos organizamos mejor, porque a pesar de tener dos duchas, tuvimos que salir unas cuantas veces para intercambiarnos champú, cremas y demás.

Desde Kalaw cogimos un bus nocturno que nos dejó de madrugada en Bagan. Dormimos un rato y pillamos una moto para ver los templos de la zona, pero he de confesar que en lo que yo ponía más interés es en que no nos cayéramos de la scooter, porque a pesar de tener ambas sobrada experiencia (cada una tenemos una Vespa), los caminos eran arenosos, y no me apetecía nada apuntarme una caída (típico souvenir del sudeste asiático), y menos en Myanmar, que es el segundo país del mundo empezando por la cola en términos de sanidad. Superada la prueba de la moto, pudimos además disfrutar de un atardecer precioso en una de las pagodas.

Sunset in Bagan
Atardecer en un wat

El último día pillamos unas bicis para ver el amanecer, porque pensamos que las fotos saldrían mucho mejor que en globo aerostático, y de paso, pero no fue esa la razón principal 😉 nos ahorramos cada una 297$ (300$ costaba el globo y 3.000MMK pagamos por la bici). Además así pudimos comprobar cómo de eficientes son para reparar un pinchazo: es la segunda vez que me pasa en Asia, y verlo a mi me parece la leche (en 20′ y por menos de 1€ te ponen un parche casi sin siquiera sacar la cámara de la cubierta). A mi prima le pareció menos la leche, porque tuvo que hacerse previa a la reparación unos kilometritos con la rueda pinchada y en las peores horas de sol.

Asique como estaba cansada, convenció al driver de la lanchita qué habíamos contratado para ver atardecer (otra magnífica puesta de sol apuntada en el Haber) para que le llevara en moto hasta el barco y luego la devolviera al punto acordado, donde amablemente había dejado la bici con la esperanza de que se la robaran y así no tener que volver a casa pedaleando. Esta Paula le echa un morro que.. ¡No sé a quién se lo habrá visto! Por eso, por la manera de viajar y por las ganas que tiene, ¡no me extrañaría volvermela a encontrar recorriendo mundo! Muchas gracias Paula por haber compartido este tiempo conmigo 🙂

Viendo la salida del sol con Paula

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