Trekking por Annapurnas

57K corridos, 11 días viajando

El miércoles decidí qué era el momento de empezar el trekking por Annapurnas. Tenía más o menos clara la hoja de ruta: quería hacer una excursión por la parte de Ghandruk y Ghorepani, porque no tenían mucha altitud y era factible hacerlo en 3 ó 4 días. Sin embargo, había un problema: la excursión podía empezar en Naya Pul (a 40km de Pokhara, es decir, 2h de bus) o empezar en Phedi (a 18km de Pokara y sin bus). ¿Adivinas cuál escogí?

Bueno, pues hay veces (jajajjajaja bastantes pero disimulo) que escojo mal. Y ésta fue una de ellas: el trayecto hasta Phedi (a pie, por supuesto) fue largo y polvoriento, siempre con la carretera al lado y con poco interés más allá que descubrir qué es una “highway” en Nepal… Había algunos tramos que no estaban ni asfaltados y en otros había vacas cruzando. Llegué a Phedi con un par de lluvias torrenciales a la espalda que me hicieron parar en tienduchas en las que, por esto de hacer gasto, en una comí noodles por 65NPR (0,8€) ¡y fui al baño y todo (para lavarme por supuesto las manos antes de comer)! y en otra compré manzana y cacahueses por 25NPR (0,2€)… Definitivamente la higiene y apariencia cuestan muuucho dinero 😉

Desde allí el camino cambió radicalmente: a pesar de mi cansancio, de que chispeaba y que hasta Dhampus la pendiente siempre es positiva, disfruté muchísimo, porque transcurre por un bosque donde cuando clarea se ven unas vistas muy bonitas. Allí no me fue difícil pillar alojamiento… Mucho más de lo que esperaba: habitación con baño y ducha (con agua caliente), WiFi y electricidad. Cené allí un plato típico de aquí, Dal Bhat (una mezcla sin mezclar de arroz, lentejas, verduras rehogadas, patatas y picante), que se me antojó bastante caro (más tarde entendería por qué: todos los sitios para comer en el trekking tienen la misma carta, y creéme que es muy muy difícil negociar el precio).

A la mañana siguiente, decidí mal de nuevo: estuve mucho rato mirando las vistas increíbles de los Annapurnas desde mi balcón, pero no me quedé a desayunar porque opiné qué era muy caro comer allí. Con lo qué hice la mochila y, rumbo a Chhomrong ya pararía. No sé si por la altura o por el calor (¡ya a las 8 pegaba Lorenzo que no veas!) pero tuve que parar apenas pasados 3K en un sitio con la misma (maldita) carta y sin vistas.

El trayecto a Chhomrong fue bonito y con poca gente, y crucé puentes infinitos con vistas impresionantes. Cuando llegué pude elegir el mejor alojamiento en el que había estado por entonces en Annapurnas negociando en un par de sitios, donde me dieron habitación, ducha e internet por 300NPR (menos de 3€). Más tarde comprendí que el “truco” de estos sitios es que cenas y desayunas allí, y ahí sí que los precios suben un montón.

Al día siguiente partí (desayunada en el lodge, que no siempre tropiezo con la misma piedra) camino a Ghorepani, con una jornada dura por delante: unos 18K con un desnivel acumulado importante (2.150+). Efectivamente me pasó factura, pese a que intenté hacer muchas paradas y comer bien… Llegué reventada. No contenta con haber llegado (con lo que me había costado), empecé a buscar alojamiento y a negociar los precios, pero no tuve mucho éxito. A punto de rendirme, pasé por un sitio del pueblo mucho más tranquilo (digamos que tan tranquilo que en un par de alojamientos que entré no había gente), hasta que encontré uno con gente alrededor de la chimenea con pinta maja. Me enseñaron la habitación y, pese a que no era nada del otro mundo, estaba cansada y el precio estaba bien… Pero jugué un poquito con la dueña (que era muy amble, por cierto), y le pregunté que qué pasaba si cenaba y desayunaba allí también… ¡Con lo que me dió la habitación, internet y ducha (caliente) gratis! Claro yo ya no pude resistirme, y menos cuando volví a pasar por el salón y la gente maja se presentó y me invitaron a sentarme con ellos. Eran un grupo (dos parejas y un chico) procedentes de Israel, judíos y que se habían conocido en Pokhara cogiendo un taxi para empezar el mismo trekking que yo pero desde Naya Pul (en el sentido lógico si es qué las rutas tienen sentido). Compartí con ellos la cena y unas risas, y me convencieron para subir al día siguiente a Poon Hill, una colina desde la que al parecer se veía muy bonito el amanecer. Además, iban a continuar con la misma ruta que yo… Asique, a pesar de que mi intención era levantarme a las 5:45 y ver amanecer mientras subía al Poon Hill, me dejé liar y nos levantamos todos a las 4.30 para salir a las 4.45 y ver amanecer desde arriba, lo que mereció mucho la pena.

A la vuelta, desayunamos juntos y nos pusimos en marcha hacia Ghandruk, trekking duro pero mucho más ameno con compañía. La primera parte fue el mismo trayecto que el del día anterior pero en sentido contrario (un precioso bosque rompepiernas) y después más y más escaleras. A medida que avanzabamos, nos acabamos dispersando, llegando Coby y yo los primeros con una buena paliza en patas (esta vez por el desnivel más que por la distancia). En el pueblo, decidimos probar suerte en un primer alojamiento, y concertamos entre Coby y yo que preguntaríamos precio, comeríamos y esperaríamos al resto para decidir. Muchas de las cosas qué se conciertan luego no suceden… El sitio era estupendo, con habitaciones con baño particular y buenas vistas, y nos hizo muy buen precio (hay que ver el poder de negociación que se tiene cuando se va en grupo), asique lo vimos claro y directamente lo pillamos, nos duchamos y comimos mientras esperábamos al resto de la tropa, que poco a poco fueron llegando. Óscar y Gen se habían perdido, y milagrosamente (jajajajajaja y cuando les dijeron en un par de sitios que no había hueco) pillaron WiFi en algún sitio y pudieron leer los mensajes que les habíamos mandado. De nuevo tuvimos una velada desorganizada (cada uno cenaba, comía o lo que fuera cuando le daba la gana) pero con muchas muchas risas. Se juntó también un americano (aunque todos opinamos que, por sus rasgos, debía de ser indio), Susil. Muy simpático y agradecido de que lo acogiéramos, nos explicó que era su primera experiencia en senderismo y que se iba a hacer el Campo base de Annapurnas (¡madre mía!) pero que llevaba porteador y guía (¡menos mal!).

Al día siguiente, nos quedaba sólo una bajada facilta y corta hasta Naya Pul de unas 4h. Sin embargo, mis compis estaban tan cansados 😉 que hubo que negociar un poco para que no pillaran in bus a mitad del camino, y ya en Naya Pul cogímos entre todos un jeep (cortesía de Tamuz, que negoció estupendemente el precio) que nos llevó de vuelta. Este grupo ha sido un descubrimiento, y estoy segura de qué nuestras aventuras juntos no se acaban en Annapurnas…

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