6.207K corridos, 710 días viajando
Llegué a Puno, población a orillas del lago Titicaca, inmediatamente después del trekking del Colca. Lo hice como una campeona en un bus nocturno, y me dio igual lo cansadas que tuviera las patas. ¡No hay night bus que se me resista! Pero éste me lo compré de los buenos: Cruz del Sur (compañía en la que en el trayecto Nazca- Arequipa me dieron incluso de cenar, y cuyos asientos compiten en comodidad con más de una cama que he probado por el mundo).
Mi misión allí, además de correr, era preparar una excursión para ver el Titicaca al día siguiente e intentar alquilar unos kayaks para por la tarde, porque venían mis amigos chilenos (Yuly y Carlos, a los que conoces de Con gente en el sur de Perú) con ganas de remar. La primera tarea me fue fácil de solventar: nada más llegar a la terminal de buses encontré a Julio (y a otros tantos) que vendía tours y me dio un buen precio (por supuesto tras un regateo): al día siguiente saldríamos en bote en dirección Uros y Amantani, dos islas de el lago donde pasaríamos el día. Lo de alquilar el kayak se tornó más complicado: ¡no había en todo el lago modo de que nos alquilaran (barato) uno!
Por lo que nos dedicamos a centrar nuestros esfuerzos en la excursión del lago, que a pesar de lo turístico y del frío, mereció la pena. ¡El lago es el más alto navegable del mundo, a 3.800msnm! Y además su tamaño no deja que desear: es compartido nada menos que por Perú y Bolivia. La isla de Uros en la que atracamos (se llama Uros al archipiélago) llamaba la atención por lo pequeña que era y porque las casas e incluso el suelo estaban cubiertos de juncos del lago. Además, también sorprendía que para realizar actividades rutinarias (como ir al colegio, por ejemplo), los locales se desplazaban en unas barcas del mismo junco de las casas (que tuvimos ocasión de probar). Comimos después en la isla de Amantani, más grande (y con apariencia más sólida, porque contaba con casas de ladrillos) y cuya particularidad era ser una isla de lago. ¡Tampoco fue para tanto, oye!
Los chilenos y yo esa misma noche pensábamos pillar un bus nocturno para llegar a Cuzco por la mañana, dónde había quedado con Rubén (un YouTuber español conocido por sus vídeos de viajes, Ruben y el mundo). Pero, debido a que había huelga general al día siguiente, en lugar de apurar (típico mío), fuimos con tiempo y conseguimos comprar los 3 últimos tickets a Cuzco de ese día. ¡Qué suerte!
Y llegué a mi cita con Rubén. Después de patearnos la ciudad y hacerme un free tour pero free de verdad (él llevaba 10 días por allí y se la conocía al dedillo), fuimos a comer al mercado una sopa. Cuzco es preciosa gracias a sus callejuelas con casas de paredes blancas y tejados marrones; a sus plazas con vegetación e iglesias bonitas; y a los muchísimos miradores que te permiten contemplarla desde lo alto. El día terminó tomando unas cervezas en la Plaza de San Pedro, de las que sólo me salvó el frío que hacía la resaca 😉 Como lo pasamos muy bien ese día, estoy segura de que no va a ser la última vez que nos veamos en América 🙂
Además de quedarme un tiempo por Cuzco explorando más a fondo (y recorriendo a golpe de 15K diarios) la city, hice un par de planes molones dignos de mencionar:
- Organizamos los chilenos y yo una cenita (con cervezas y todo) medio chilena medio española. Yo preparé una tortilla de patata que me salió bastante bien y los chilenos sopaipillas con pebre (unos panes de calabaza fritos con pico de gallo de acompañamiento). ¡Triunfaron tanto los platos como las birras! Eso sí, por mucho que nos empeñamos y comimos hasta hatarnos, no logramos acabarlo todo. ¡A ver si en la próxima medimos mejor las cantidades!
- Fuimos, también los chilenos y yo, de visita a La Montaña de Colores. La caminata fue de lo más turístico, y a pesar de ser en total (ida y vuelta) sólo unos 7K, llegamos los 3 agotados por la altura de la cumbre (5.036msnm). Tuvimos mucha suerte con el tiempo e hicimos unas fotos preciosas, a pesar de estar aquello más transitado que la Gran Vía madrileña.
Y de paso, me dio tiempo a organizar el siguiente planazo: un tour al Salkantay que terminaría en ¡Machu Picchu!