Sweet Utila

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Llegué en un ferry y me quedé más de lo previsto. Pero ya voy conociendo el efecto que hacen en mí estas idílicas islas… A pesar de que correr no sea tan interesante como habitualmente: hace calor y repito recorridos. Pero no importa, ¡son un imán para mí, paraísos a los que ya sucumbo y no me resisto!

En este caso, el plan fue un poco diferente: llegaba a una isla conocida por ser uno de los mejores lugares del mundo para bucear, así que ¿por qué no intentar hospedarme en un club de buceo? Además encontré uno con un ambiente genial: Paradise Divers, cuyo dueño, Josh, me hizo un precio estupendo y me dio una habitación en la que, a pesar de tener 4 camas, estaba sola. ¡Menuda suerte!

Para empezar bien por allí, además de correr (sorprendentemente, la isla tenía más posibilidades de lo que me esperaba: así entiendo que fuera la isla dónde Robinson Crusoe se tiró 27 años), me apunté con los buceadores a acompañarlos en el barco, y mientras ellos hacían sus inmersiones yo me dediqué a hacer snorkel con el equipo que me prestaron y a solazarme al sol en la proa. ¡Ni tan mal! El fondo marino presentaba unos colores que ya habría querido más de un documental para sus tomas 😉

Corriendo por Utila

A pesar de que yo en principio no tenía pensado bucear ni salir de fiesta (que eran las actividades estrellas de mis compis del Paradise), no tardé en conocer a toda la tropa: Per (noruego), Tim (aleman), Aldo y Edgar (ambos hondureños) eran los instructores; La Negra (española) y Edu (hondureño) llevaban como un mes por allí haciendo un curso para ser guías de buceo; Cédric, Guillaume (ambos franceses) y Frances (puertoriqueña) estaban haciendo el curso avanzado y se conocían de Guatemala; y Ben (inglés) también llevaba tiempo por allí pero básicamente se dedicaba a ver los partidos de la Eurocopa. Me lo pasé increíble con ellos y con el ambiente del sitio: tomábamos chelas juntos, compartíamos comidas y visitas a la playa e incluso alguna que otra salida a bailar al local de al lado (que frecuentaba toda la isla).

También hice amistades locales por ahí: el panadero donde compraba pastelitos (al que casualmente se le escapaba dentro de mi bolsa siempre alguno de regalo); o el tendero de una tienda de verduras, que no contento con tener un cuaderno interminable de apuntes de lo que la clientela le debia, también me hacía algún que otro regalo o se confundía a mi favor con lo que cobrarme 😉 Sweet life in Utila!

Uno de nuestros planes estrella fue bucear: ¡hice dos inmersiones por ahí! Después de mucho pensármelo y ya que Josh se portó con el precio, me animé a apuntarme el día que iba la expedición hacia el norte. Y menudo acierto: ví un fondo marino increíble, con millones de colores. Además, pasamos cerca de un arrecife que hacía perder la noción de dónde estabas exactamente. No sé si Utila es o no ciertamente el mejor sitio del mundo para bucear, ¡pero para mí hasta la fecha sí que lo ha sido!

En Water Cay

Y por último, otro planazo que me encantó fue ir a Water Cay el día de antes de partir. El sitio fue un cayito (una isla) en el mar Caribe al que Rober (el capitán) nos llevó en su bote, y además de darnos un buen paseo en lancha (con peligrosas olas incluídas a la vuelta), nos dejó un rato para que nos tostáramos y nos bañáramos por allí. La blanquísima arena, las palmeras, las diferentes tonalidades del mar y ¡la gente! es cómo voy a recordar Utila en el futuro 🙂

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