San José (del Pacífico)

4.661K corridos, 534 días viajando

¡Basta ya de engaños! Ni el Pacífico es pacifico ni San José está a sus orillas. Pero bueno, es un pueblito que está muy bien 😉

Llegué allí con Julia y sin muchas espectativas, pero nada más bajar del transporte (que, madremía, nuna me acostumbraré a esas curvas) con simplemente sentir el viento frío me dió un subidón: ¡habíamos llegado a un pueblo de montaña! Aunque realmente el tema del subidón bien puede ser discutido, porque en lo que yo caminaba torpemente y tratando de pasar el mareo en busca de alojamiento, Julia se peinó la zona y consiguió al menos 5 opciones (de las que claramente elegimos la más barata).

Rápidamente contactamos on Lutz (a quien conoces de SanCris), y compartimos la tarde juntos yendo a una finca preciosa especializada en permacultura a las afueras del pueblo. También no nos faltó tiempo para comprar un pancake de marihuana, que muy gustosamente nos zamparíamos Julia y yo al día siguiente.

Y así fue: después de correr mis 15K por bosques y parajes llenos de pinos, allá que fuimos a comernos nuestro pancake… A todo ésto porque no era temporada de setas, y estaban carísimas, que si no hubieran caído como en Dos nuevas experiencias: espectáculo con fuego y setas 🙂 Y fue genial la cosa: el lugar, rodeado de naturaleza, era el idóneo, incluso con lluvia 😉 Y aunque no alucinamos mucho, unas risas sí que nos echamos.

Al día siguiente volví a experimentar el temazcal. Esta vez, fue más íntimo: apenas fuimos 6 personas y la estructura dónde se albergaba era una construcción de adobe. ¡No sé si me gustó más éste o el anterior!

Y sin pena ni gloria (y haciendo un autostop improvisado, poque al vernos con las mochilas nos preguntaron si queríamos ir a Oaxaca), marchamos de allí rumbo a Oaxaca, donde cambiaríamos el bus (no sin antes zamparnos unos tacos a 2 pesos) para acabar en Puebla.

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