1.001K corridos, 118 días viajando
Nada más llegar a Camboya, por la intensidad de los olores, no hubo duda: ¡puro sudeste asiático! Sin embargo, Phnom Penh me sorprendió: no esperaba ver una ciudad tan desarrollada en el medio de Cambodia.
De camino al hostel, en la parada del bus conocí a Valentin, suizo recién graduado. Fuimos juntos hasta el alojamiento, donde pronto conocimos a Maricar y a Alfonso (matrimonio, fipina y español, asentados en Londres donde curraban de enfermeros). Hicimos planes para el día siguiente: visitar el S21.
Yo tenía una ligera idea de lo que me iba a encontrar, porque me habían hablado de ello, pero no podía imaginarme la cruda realidad de lo que iba a ver.
En los años 70, los Jemeres Rojos (el partido cominista camboyano), con Pol Pot a la cabeza, tomaron el poder tras la salida de EEUU del país. Lo primero que hicieron fue desalojar las ciudades (Phnom Penh incluída), obligando a la población a trasladarse a zonas rurales, en aras de reconstruir la sociedad desde una base agrícola.
Para llevar a cabo su proyecto de reconstrucción, los Jemeres aplicaron métodos autoritarios y violentos, y el S21 es un buen ejemplo de la brutalidad qué empleaban. El recinto en su día fue un instituto, que en la época se utilizó para torturar a miles de personas (entre 12.000 y 20.000) y sacar información de las acciones realizadas contra el partido. Sólo sobrevivieron 12, y aún vive alguno.
En la visita se pueden ver los métodos de tortura que utilizaron, y la audioguía te detalla las salvajadas que se llevaron a cabo.
La experiencia es similar a la visita a los campos Nazis. Con la diferencia de que allí no dejan lugar a la imaginación y que la historia, al ser menos conocida (al menos por mi parte), y nos dejó a todos con la boca abierta (y con el corazón encogido).
Todo esto pasó en los años 70 y Camboya formaba parte de las Naciones Unidas… ¿Será una lección aprendida o habrá hoy en día algún sitio donde estén pasando barbaridades semejantes?