7.166K corridos, 797 días viajando
Después de dejar a las sisters y a mi primo (si te lo perdiste, puedes repasarlo en Providence Home con Rodri), llegué a un sitio por el que ya había pasado. Parece que ya soy una ugandesa más, repitiendo sitios y todo 🙂 En cuestión Rweteera lo conocía de mis días con Lea, intensos y movidos (en esta ocasión, puedes ver en Siguiendo el recorrido por Uganda cómo nos pasearon por esos parajes Salomon y Chistofer).
Al sitio en cuestión llegué con la promesa de hacer publicidad por Instagram a cambio del alojamiento (la última vez que hice algo así fue en Egipto, en el Grand Siwa). Y como siempre. ¡qué acierto! Porque Rweteera Safari Park, era un lodge situado a las orillas del tranquilo lago Nyabikere, que contaba con cabañas a modo de habitación, y un restaurante al aire libe construido con bambú. ¡Africano 100%, y muy cómodo!
Mis días por allí fueron muy relajados, aunque llenos de actividades molonas. A saber:
- Rutas en bicicleta. Me dejaron una bici ¡con marchas! para explorar la zona. Le di bastante caña, aunque ¡en qué hora! Desde luego la geografía, preciosa y llena de lagos, no acompañaba para el pedaleo al no ser nada plana.
- Carrera a pie. Como no podía ser de otra manera, le dí zapatilla. Y como no estuve pocos 😉 me dio tiempo a explorar combinaciones divertidas (como ir en boda-boda y volver corriendo y viceversa, o pillar matatus para encontrar nuevos caminos).
- Crater Lake Trekking. Arnold, el guía de Rweteera Safari Park, me llevó a conocer los lagos de la zona. Fue una ruta preciosa, en la que atravesamos campos de té y de papiros. Menos mal que no lo intenté por mi cuenta, porque los caminos no eran tal si no que rutas muy poco marcadas.
Además de actividades, pude ver muchos animales. Para empezar, un día que atravesé por carretera Kibale Forest (cosa que ya había hecho cuando estuvo Lea por aquí, pero en boda-boda), me encontré un montón de babuinos. Cuando pasé cerquita de ellos para grabarlos, se me acercó uno enorme súper cabreado, tanto que me asusté y cogí una piedra dispuesta a lanzársela si seguía enseñándome los dientes. Pero no llegó la sangre al río, ¡aunque casi me hace desviarme de mi ruta! Pero no fueron lo únicos protagonistas de esos días: una tarde que estaba tranquilamente en mi lodge y a orillas de mi lago, oí un par de resoplidos. Cuando presté atención: ¡eran 2 hipopótamos! Que abrieron la boca y todo para lucirse delante mío.
En fin, esos días tuve actividades, animales, y mucha paz y relax. Y tiempo para intentar despedirme oportunamente de mi patrocinador, webempresa, que ya no sigue conmigo en el proyecto. ¡Menos mal que me dieron la noticia en un sitio perfecto para recargar las pilas!
Bocota tiene el pitomato!!