Pirámides, museos y cervezas

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¡Y de nuevo vinieron mis chicas! Aunque esta vez fui yo la que llegué tarde: en lugar de coger un bus nocturno, como tenía planeado, dado mi estado (no te pierdas Dahab y St. Catherine, un oasis en el caos) no me atreví y tocó un bus diurno. Tras eso, probar las mieles del metro de El Cairo y el transporte local que me llevaba desde la parada de Giza hasta los pies de las pirámides (una furgonetilla destartalada que no tenía ni puerta, pero eso sí, bien económica: 4EGP), dónde mis amigas habían reservado el hotel, ¡me junté por fin con ellas!

Ponernos al día y preparar la visita del día siguiente: ese fue nuestro encuentro tan esperado. Ponernos al día no fue tarea difícil (apenas llevaba 2 semana de viaje y sin vernos), y al día siguiente el plan que nos esperaba estaba claro: ¡ver las pirámides!

Corriendo por las pirámidesCorriendo por las pirámides

Antes de entrar en el recinto de las pirámides, para calentar lo rodeamos. Bueno, para calentar y ver los magníficos basureros de la zona 😉 Para calentar, ver los magníficos basureros de la zona y por supuesto, para demostrarnos que el madrugón que nos habíamos dado con la promesa de ver las pirámides en exclusiva, tampoco era necesario. Secundariamente, hicimos todo este periplo para pagar con tarjeta por la otra entrada 😉 y entramos como todos (tanto que incluso mis amigas se encontraron con el grupete de gente que habían conocido en el cruecero). ¡Pero entramos!

A pesar de que yo las pirámides ya las había visto hacía unos días (no te pierdas Descubre Egipto), no me pude resistir a acompañarlas y recorrerme el recinto corriendo. ¡Menuda experiencia! No es que yo haya corrido en pocos sitios 😉 pero reconozco que poder hacerlo entre los imponentes monumentos fue una experiencia única. Entre eso, las fotitos de rigor que luego nos hicimos todas y el paseíto hasta la vista panorámica, ¡se nos fue toda la mañana!

Sesión de fotos en las pirámides

Por la tarde, subimos a ver las vistas desde La Torre de El Cairo. Primer intento fallido de tomar una birrita 😉 Realmente, hicimos algo de trampas, porque subimos a ver las vistas desde la cafetería que estaba debajo (evitándonos pagar los 200EGP de la entrada), y luego a vagabundear por Khan el-Khalili, un bazar de artesanía en el centro en el que la mayoría de los vendedores te abrían sus puertas con un “Aquí te engañamos, pero menos”.

Al día siguiente fuimos a ver más pirámides: Saqqara. En esta ocasión, vimos la pirámide escalonada mejor conservada (según el cartel y Sandra, que debe practicar mucho ahora que puede la lectura en voz alta, porque se inspiró y nos leyó el capítulo de Saqqara e la guía íntegro). Además, Mery volvió a demostrar su destreza con todo lo que es outfit de cuello para arriba, y me hizo un turbante. Todo mientras Laura, que habiendo pagado un upgrade para ver la pirámide por dentro, se empeñó en entrar en todo lo que tuviera una puerta por allí (por si acaso era lo que había abonado).

Con turbanteCon turbante

La tarde pasó sin penas ni glorias: las chicas se fueron a un museo (el de las momias) y yo las acompañé hasta la puerta, pero en lugar de entrar me volví corriendo al hotel para encontrarlas luego por la noche (que dos visitas diarias para mí es too much). Además, me escaqueé del momento compras, en el que volvieron a dar un repasito de un par de horas por Khan el-Khalili, porque se les había olvidado comprar, entre otras cosas, ¡45 imanes!

Intenamos por todos los medios encontrar de nuevo (la noche anterior había sido una odisea) un bar donde nos dieran cerveza. ¡Pero no hubo éxito! Así que nos conformamos con cenar algo local y luego decidimos ir a regalarnos un vinito nada menos que ¡en el Hilton! Desde luego, no estoy acostumbrada a esos lujos…

Al día siguiente, para pasar la cruda tocó mañana de museo. Sé que es visita obligatoria en El Cairo, y diré que ya tengo el tick de haberlo realizado pero… ¡También sé que más de una, en lugar de acordarse de los tesoros de la tumba de Tutankhamun, se va a acordar (como yo) de las risas que nos echamos en la tienda del museo!

Museo egipcioEn la tienda del museo egipcio

Por la noche nos despedimos haciendo de las nuestras: acercándonos a la ciudadela (que no vimos, porque cuando llegamos ya estaba cerrada) y cenando intencionadamente en un restaurante frente a las pirámides, sin birra (ya por supuesto), para ver el espectáculo de luces (que, para ser fiel a la verdad, diré que tampoco vimos, porque estuvimos más pendiente de la comida y después de las cartas que del juego de colores). Pero en fin, ¡éstas son las cosas que más nos gustan a nosotras! ¿Para cuándo la próxima?

 

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