Nuevas experiencias en Zanzíbar

8.757K corridos, 951 días viajando

Después de correr y ganar (y no cobrar, lee Previa, competi y campeona sin podio), volví a Zanzíbar. ¡Me parece que es la cuarta o la quinta vez que me acerco a la isla!

Me esperaban en uno de los hoteles más emblemáticos de Stone Town, Emerson on Hurumzi. Allí pude comprobar que efectivamente era un sitio de lo más especial: un edificio histórico que estaba decorado con tintes árabes.

EmersonEmerson

Además de correr por allí y hacer una vida más urbanita, me invitaron a un planazo: The Safari Blue. Consistía en que nos recogía un dhow (un barco de vela de madera típico en la costa africana) a un grupo y nos llevaba mar adentro a hacer un par de inmersiones de snorkel, y luego comíamos en una isla desierta marisco a la plancha cocinado por ellos en el momento.

The Safari BlueThe Safari Blue

El llegar al sitio de partida fue todo un reto (los locales no dejan de sorprenderse cuando pido indicaciones para ir en transporte público a algún destino claramente turístico: ¡me mandan generalmente a coger un taxi!), pero después de dos dala-dalas y un piki-piki llegué a destino.  Una vez allí, ¡lo disfruté de lo lindo! Además de hacer snorkel en unas aguas de un color turquesa como pocos en el mundo (yo la primera vez que vi algo así fue en Cambodia, no te pierdas Unos días en el paraíso), porque ¡tomé langosta a la brasa! Creo es, desde que inicié el periplo, la primera vez 😉 así que me puse hasta las trancas.

Después de mis días urbanitas, me moví hacia el suroeste: Menai Beach. Allí tuve oportunidad de correr entre manglares, y de ver puestas de sol preciosas (al estar al oeste, se ve bastante bien el ocaso).

Menai Beach SunsetMenai Beach Sunset

Y de nuevo, rumbo a mi querido Paje (la última vez que estuve fue recuperándome: A ganar,  a ganar; ¡y pollo para cenar!). Esta vez me alojé en Bwejuu, un poquito más al norte, y tuve una visita 😉

Clemente, al que conocí en la carrera nocturna de Dar es Salaam, se animó a venir a pasar el finde por allí. Para mí fue mucho más ajetreado de lo que acostumbro (y sospecho que para él mucho más relajado), porque además de correr, que conseguimos hacerlo justo antes de que se volviera al continente, caminamos bastante por la playa. Pasamos el finde entre caminatas, tumbonas y cervezas: descubrimos un par de sitios playeros rollo chill out muy auténticos (incluso en uno de ellos hacían espectáculo). ¡Otro tipo de planazos!

 

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