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Rijeka es el mayor puerto de Croatia y la tercera ciudad por número de habitantes del país. Pero además, ¡es una ciudad estupenda! Tiene un tamaño perfecto y unos alrededores fenomenales para correr o incluso hacer un trekking.
Una noche por allí me permitió conocer sus calles, plazas, puerto y caminos, ¡e incluso pude ir a un cine alternativo (y gratuíto) en el que los subtítulos estaban en inglés! Claro, que fue tan alternativo que no me enteré ni con subtítulos 🙂 Eso sí, mereció mucho la pena la experiencia porque la sala era antigua, con paredes y butacas granates y aterciopeladas, y ornamentación dorada. ¡Un auténtico cine de época croata!
Pula, por el contrario era una ciudad mucho más pequeña. Es la población más importante de Istria, provincia al noroeste del país y la más cercana a Italia. ¡Y vaya si recuerda a Italia! Nada más bajé del bus, pasé al lado de un anfiteatro romano muy bien iluminado ¡que poco tiene que envidiar al mismísimo Coliseo! Bueno eso o estaba muy cansada y aluciné un poco con lo que ví 😉

Mis sensaciones sin embargo fueron agridulces.
Por un lado, llegué a un hostel en el que me dieron la (dudosamente limpia) manta de la cama de al lado y en el que no había ni papel higiénico en el baño (reconozco que me he aburguesado, porque en Asia eso era la norma). Pero por otro lado, no me tuvo que disgustar tanto cuando amplié estancia y a final fueron 3 días los que pasé allí.
También por un lado, Mihail (otro de los huéspedes con el que compartía habitación de orígen bosnio) me pareció de lo más oscuro que me había encontrado hasta la fecha y no me hacía ninguna gracia compartir habitación sólo con él. Fumaba y olía mucho a tabaco, era de movimientos bruscos y su ropa y él mismo olían bastante fuerte. Por otro lado, como tuvo el gesto tremendamete amable de dejarme sus zapatillas de estar por casa, me arrepentí mucho de los prejuicios que había tenido con él.
En parte, quise ver rápido la ciudad (con las ruinas y el anfiteatro me di por satisfecha), pero por otra parte, no quise que acabara mi estancia por allí, en particular el primer día, porque conocí a Pablo (lingüista de profesión, polaco de nacionalidad y que venía de Alemania), con el que pude compartir un día que empezó con visita cultural por la city, siguió con irnos a correr al sur de la ciudad (a la península de Premantura) y terminó con una birra en el parque.
Por un lado, me llovió constantemente el segundo día de mi estancia por allí; pero por otro conocí un pueblo que se llama Rovinj ¡y es de lo más bonito del país!
En definitiva: sensaciones muy encontradas más de una vez. ¡Pero esque de eso se trata! ¿No?