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Al día siguiente de llegar Fer, alquilamos un coche y nos pusimos rumbo a Uvac, una zona al oeste de Serbia que prometía paisajes preciosos.
En concreto, salimos después de compartir una comida en un restaurante local cercano, a la que también se apuntó Valya. Y también concretamente después de haber pasado la mañana cada uno por nuestra cuenta. Yo me dediqué a ir con Valya a boxear, queda por escrito, y fue la primera vez. En mi post Bel(él)grado falté a la verdad diciendo que ya había ido, cuando no era entonces todavía, asique entono el mea culpa y dejó constancia de ello aquí para evitar que me vuelvan a tirar de las orejas 😉 Una vez todo concretado y apuntado, salimos hacia allá.
Ese día y al siguiente dormimos en Zlativor, una población que me recordaba a una estación de esquí. De ella probamos poco más que un fast food el primer día cenando, y el súper Idea al día siguiente. Aún así, mereció la pena nuestro paso por allí…

Porque aunque costó verlo (un viajecito en coche de hora y media tras el madrugón, seguido de un eterno café de 4 horas esperando a que amainase la lluvia no es lo que se entiende como un buen comienzo), el río Uvac fue un acierto. Es de lo mejor que he visto en paisajes otoñales desde que llevo viajando. Y esque cuando (¡por fin!) dejó de llover nos hicimos una rutita molona por la ribera del río.

¡Las fotos hablan por sí solas! Porque mereció y mucho la pena, a pesar de que se nos hiciese de noche y de que Belén tuviera que tomar prestadas unas zapas de Fer algunos números más grandes para caminar por el barro. ¡El paisaje fue espectacular!

Pero después, Tara National Park tampoco nos decepcionó. Esta vez, el camino era una pista en lugar de una senda y de perfil bastante bien asimilable, y el sol acompañó todo el camino. ¡Éxito total! Vimos los colores de nuevo del otoño en los árboles y finalmente llegamos a un mirador precioso.

Y por último, el día que regresábamos pasamos por un poblado de madera chulo, Drevengrad, que estaba de camino (más bien de camino contrario, pero en fin). Pero lo que más nos impresionó, además de constatar que fue un pueblo que se construyó para grabar un peli, fue la cafetería al solete, ¡para que luego digan que en Serbia hace frío! Fueron las últimas horas en compañía de Fer, que además de anosotras, va a echar mucho de menos no ponerse la mascarilla 🙂

Excelentes fotos!!! Gracias por llevarme de “aventura” jaja
Gracias a tí, guapaaaaa 🙂
A pesar del contraste experimentado en el trato entre la maxima desidia y la hospitalidad absoluta…el coque cultural entre iglesias ortodoxas y mezquitas en pleno funcionamiento …unido a bares repletos de hombres fumando, pero mujeres solo acompañadas, frente a estatuas de la era soviética liderando a los hombres…a los improvisados “guias” caninos que nos acompañaron en nuestras rutas…los muchoss kilometros de serpenteantes carreteras de montaña entre preciosos bosques… de las aldeas de madera(una de mis pasiones)…a pesar de las imagenes de los paisajes naturales que se quedaron “incrustados” en mi retina…A pesar de todas estas experiencias y maravillas, con lo que me quedo es con la compañía con la que pude disfrutar de todo y que sé que no sera la última vez…Gracias mozuelassss!!????…y hasta pronto?