Los colores del Caribe

4.118K corridos, 492 días viajando

Después de mi viaje de ensueño por la isla de Cozumel, decidí que era momento de abandonar Tulum para irme al sur, rumbo a la Laguna de Bacalar. A la excursión se me apuntó Dejan, un medio serbio medio canadiense que había conocido brevemente en el hostel.

El viaje prometió desde el primer momento: para ahorrarnos unos pesitos decidimos ir en colectivo en lugar de en bus. Para ello teníamos que cambiar en Felipe Carrillo Puerto (que no está en ningún puerto ni de mar ni de montaña, por lo que hace un calor insoportable) y esperar un ratete, pero todo bien 🙂 Llegamos a Bacalar con el tiempo justo de darnos un paseo por la laguna y conocer a Eva, una inglesa que estaba viajando ¡con sólo 18 años! Dicho sea que disimulaba estupendamente: por su conversación nunca hubiera adivinado la edad que tenía.

De excursión por la laguna de Bacalar

Al día siguiente nos fuimos de excursión a la parte más bonita de la laguna: una caminata de más de 5K que a pleno solazo me parecieron más intensos que los 15K que correría después, al atardecer. Además, dada la orientación de la laguna, nos levantamos al día siguiente para ver amanecer (muy a pesar mío y de las cervezas del día anterior).

De ahí marchamos los 3 en dirección a Mahahual, un pueblito de la costa que era parada habitual de los cruceros. El sitio prometía porque, al no haber cruceros debido al Covid-19, tenía toda la pinta de ser muy agradable. Y poco nos equivocamos: a pesar de ser un camping lo único que nos pudimos permitir (los precios no habían bajado tanto como esperábamos), correr por una playa caribeña y tumbarte en hamacas gratuítas dada la poca afluencia de gente bien merecía el dormir con arena hasta las orejas 🙂 Jeje, bueno a unas más que a otros, porque Dejan abandonó la grupeta rumbo a Tulum y Eva y yo nos quedamos un poco más de tiempo por allí, aprovechando el mar ¡y levantándonos otra vez para ver amanecer! Al final me estoy acostumbrando a los madrugones…

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