9.225K corridos, 990 días viajando
Y volví a Livingstone. Ésta vez me quedaba en un alojamiento a los pies del Zambezi (Victoria Falls Waterfront), no en el centro de la city, con una agenda de festejos de los más completa. Pronto ví que las posibilidades de encontrarme elefantes corriendo eran altísimas (por lo menos los ví en 4 ocasiones). Pero no todo quedó en correr acompañada de grandotes…
Elephant Cafe
En primer lugar, hice una actividad fenomenal: visita al Elephant Cafe. Empezamos en una lancha, que nos recogía en el lodge y nos paseaba un poquito por el Zambezi antes de llegar al sitio en cuestión. En el camino pude ver elefantes, hipopótamos y ¡hasta un cocodrilo! Pero a estas alturas, ya estoy más qe acostumbrada a ese tipo de fauna 😉 Después, cuando llegamos al café nos recibieron con una copita de champán y dimos de comer a 3 elefantes que estaban allí esperándonos. ¡Guauuu, que los había visto cerca en el Zambezi (no te pierdas River Horse Expeditions), pero no los había tocado! Una vez alimenados los paquidermos, nos llevaron al cenador a orillas del río. Y nos tocó una cena gourmet regada con champán dónde tomé un postre (helado de vainilla con sirope de tamarindo y un crujiente) de los mejores que he tomado en mi vida. Aunque el postre final fue conocer a Francoise y Sara, una pareja de franceses que llevaban en Livingstone 7 meses encargados de un lodge 😉 Kamunjila Lodge.
Rafting en el Zambezi
Al día siguiente, tocó la mejor actividad que he hecho por allí (y mira que he hecho y muy molonas): rafting. El plan consistió en que nos recogieron de nuevo en el lodge, y nos llevaron a las Victoria Falls, viejas conocidas de mi visita anterior al Livingstone: (Lusaka y) Livingstone. Cuando una vez montamos en la balsa, nos dieron instrucciones (yo más o menos ya me sabía las cosas, que rafting hice en Nepal, Rafting en Bandipur). ¡Y a darle duro! Fue de lo más divertido, y volcamos una vez (sólo 1 de 21 rápidos que pasamos, ¡ni tan mal!) Eso sí, yo casi le salto los dientes a John con el casco 😉 Pero no llegó la sangre al río (menos mal porque había cocodrilos por ahí) y terminamos la actividad sin bajas.
Sunset Cruise
Esa misma noche hicimos el Sunset Cruise, que consistía en un barco que paseaba lentamente por el Zambezi al atardecer, ¡con cena y barra libre! No hice tan buen papel como un señor que habíamos visto que salía del barco ¡en brazos!, pero casi: tomé todas las birras que pude en el trayecto 😉
Bungee Jumping
La palma de las actividades se la llevó el bungee jumping: un salto que había desde el mítico puente que une Zambia con Zimbabwe de 111m. Animados por Álex, negociamos con Shearwater para que nos hicieran precio, y no sólo eso: ¡nos dieron 3 actividades por 1! Lo primero el salto, que a mí no me daba tantísimo miedo al haber hecho antes algo parecido (lo puedes ver en Ciudad de deportes y aventuras San Gil), pero eso sí, hubo ciertas discrepancias sobre quién debía saltar la primera (que resolvieron los del propio sitio decidiendo que fuera Matea). Luego tocaba el columpio (que en eso sí que me engañaron, era un puenting en toda regla, que yo hice en tandem abrazada a Matea) y por último la tirolina. ¿Voy a acordarme la próxima vez que no me gusta nada la experiencia de saltar al vacío?
Columpio con Matea
También hubo party por allí. El Victoria Falls Waterfront organizó una con DJ y todo justo después de una regata que se celebraba en el local de al lado. ¡Divertidísma! Pero fue la primera pero no la última: resulta que Francoise me presentó a Irene, una madrileña que llevaba allí 2 años casada con un zambio (y que yo ya conocía de Madrileños por el Mundo, que había salido en el último programa de Zambia), me llevó a un food market nocturno que contaba también con música en directo. Menos mal que no soy mucho de fiestas…
Pero la palma se la llevó el cumple de Álex (la dueña del Chanters Lodge, el alojamiento en el que estuve la vez anterior que vine a Livingstone), que nos invitó a un ‘Garden Lunch’ y luego nos fuimos directos al festival Thunderstorn Mosi, al parecer el mejor festival de Livingstone de todo el año… No para mí, desde luego, que perdí otra vez el móvil (si no te acuerdas, releéte Una historia desagradable). Eso sí, casi casi toco el escenario de lo cerca que estábamos…
Y mientras, Francoise nos invitó (ésta vez nada de intercambio, porque hasta la fecha no tenía Instagram el lodge) a su alojamiento unos días. ¡Perfecto para correr acompañada de la tropa, como ya hice la vez anterior, y para tomar el sol y relajarme en la piscina!
Y como no podía marcharme sin ver las cataratas de nuevo, se me ocurrió la idea de ir corriedo hacia allá (11K), correr y volverme. Además de que las volví a ver preciosas, me encantó aunque se me hiciera de noche (no vi ningún elefante esa vez) al volver… ¡Qué buena despedida!