La peor noche desde que viajo

2.952K corridos, 365 días viajando

Bueno, para hacer una excepción en mi blog, voy a contaros algo de lo que no puedo asegurar que sea fiel a la verdad en todo el escrito 😉 que si no me pueden enchironar y a ver cómo hago 15K al día en una celda.

El 02.11.2020 tenía una cita en Podgorica: mi amiga Laura venía desde España (a quién ya conoces de Dixit, tuk tuks y relax) y Rubén acudía después de haber estado deambulando por el país (también conocido si me lees en Zagreb: una capital con mucho encanto). Para llegar, había comprado un billete de bus que me prometía una noche movidita: salía a las 22h de Belgrado y llegaría a las 7 a Pogorica. Pero no me quejo en absoluto: el precio por viajar de noche (22€) incluía un ahorro en alojamiento, y en materia de buses larguitos ya cogí bastante experiencia en India (asique sabía las claves para tener un viaje confortable).

Comenzamos viaje sin percance, y yo me alegré de que por una parte iba sola sin acompañante y por otra el bus era modernísimo y cómodo. Eso sí, con asientos reclinables, ¡nada que ver con los sleeping bus de India!

Aproximadamente cuando llevábamos una hora viajando, vino el segundo conductor (menos mal que no fue el primero, que si no el bus se habría tenido que teleconducir) a preguntarme si tenía PCR. Yo por supuesto que no tenía, y esas palabras fueron mi respuesta, acompañadas de un “los españoles, igual que los residentes en otros países de la UE, no nocesitamos”. Me dijo que creía que sí, pero que iba a llamar a comprobarlo.

Mientras llamaba, yo busqué donde había leído que no era necesario PCR, y encontré la información en el Ministerio de Asuntos Exteriores (que es donde, hasta entonces, miraba este tipo de asuntos porque me parecía fiable). Efectivamente, según aquéllo, no necesitaba nada por ser residente en España. Sin embargo, el segundo conductor me trajo otra suerte de noticias: le habían confirmado que, por proceder de Serbia, sí que necesitaría el papelito para cruzar la frontera. A pesar de que yo le enseñara la página del ministerio (traducida en serbio), no quedó muy convencido, asique se dispuso a llamar una segunda vez.

Mientras yo, que estaba tranquila, pero por si acaso, escribí a la embajada de España en Montenegro (con sede en Serbia). Su out of office hasta el día 3 no me gustó un pelo, porque pensé que si tenía cualquier problema, en ese momento ya no podía contar con ellos.

El conductor vino y me dijo que, tras hablar (¿con aduanas?) una segunda vez, me confirmaba que no podría pasar sin PCR, daba igual ser española y lo que mi ministerio dijera. ¡Mierda!

Ahí sí que empecé a ponerme nerviosa… Las 12 de la noche y en Serbia profunda… Podía pedir que me “tirasen” del bus en cualquier pueblo, pero las posibilidades de éxito para buscar alojamiento eran escasas. Además, el hecho de haber apurado los dineros serbios me hacían contar con 20SRD (menos de 20 céntimos: lo había hecho muy bien quedándome con poca moneda). Mi otra opción era jugármela a que no me pidieran nada en aduana (cosa poco probable, según el segundo conductor).

Me acordé que alguien de confianza a quien no puedo nombrar por derechos de autor (vamos, que se me cae el pelo si lo ve) había “alterado” un PCR de su padre para ir a correr una carrera. Me puse en contacto con él, y al minuto tenía en el correo uno a mi nombre, de un laboratorio español y con fecha 30.10.2020. Pero ese alguien de confianza a quien no puedo nombrar por derechos de autor (y porque se me cae el pelo si lo ve, pero que él lo tiene tan rizado como yo) me avisó de varias cosas con mala pinta y que no hicieron más que ponerme más nerviosa: lo que me había pasado no era un PCR, si no un serológico (a día de hoy sigo sin saber la diferencia), él lo había usado para recoger un dorsal (no para pasar una aduana) y si me pillaban con un documento alterado, podía incluso ir a la cárcel. ¡El panorama pintaba bastante dark!

Además, me di cuenta que, al entrar en Serbia me habían timbrado el pasaporte… Asique pedí again a alguien de confianza a quien no puedo nombrar por derechos de autor (y porque se me cae el pelo si lo ve, pero que él lo tiene tan rizado como yo y con el que comparto más de un apellido) versión del 17.10.2020 (justo antes de entrar en el país). Me acerqué a dialogar con el segundo conductor, haciéndome un poco la tonta (le había dicho que no tenía PCR y le iba a cascar que ahora sí que tenía pero serológico). Me dijo que si no tenía de 2 días atrás, no me iban a dejar pasar. Le comenté que lo tenía del 17, porque había entrado a Serbia el 18, como decía mi pasaporte. Entoces, se me ocurrió plantearle intentar pasar con el DNI. Él me dijo que creía que se podía, pero que “había que cambiar esa fecha del 17 en el serológico”. Bueno, la realidad es que no me lo dijo, se lo dije yo a él 😉

Lo que sí que me dijo él es que podía probar, que pensaba que tenía un 50% de posibilidades. Intenté, además de darle charleta por si acaso me tenía que dejar en la aduana (para que llamara a su compi que estaría haciedo el Belgrado – Podgorica y me recogiera), sonsacarle si había tenido que dejar a alguien alguna vez en el camino. Me me dijo que sí :S desde luego, la cosa pintaba fatal. Además, le pregunté que qué pasaba si no me dejaban pasar, y me dijo que sintiéndolo mucho, bajaría mi mochila y me quedaría allí, asique que me pensase bien si no quería apearme en un pueblo antes. ¡No fatal, pintaba horroso!

Mi decisión fue la siguiente: probar suerte. Si tenía mucha suerte, me dejaban pasar con el DNI y punto. Si tenía menos suerte, tendría que enseñar el serológico del 30.10.2020, que con suerte colaría. Claro, que si tenía malísima suerte, me exigirían pasaporte en lugar de DNI, y yo tendría que enseñar el serológico del 17.10.2020. Ese sería muchísima suerte y lloros que colase. Si tenía malísima suerte, me tocaría quedarme en la garita de aduana, y previsiblemente encabronada con el poli de turno por no haberme dejado pasar (asique fuera y al frío), ahí hacer tiempo hasta que amaneciera (la frontera la pasábamos a las 4 de la mañana) y pillar el bus que volviera o incluso hacer autostop. No conté con la opción de que el poli se cabrease tanto que me mandase a chirona por haber alterado un documento… Pero la decisión estaba tomada: probar suerte.

Avisé tanto a Rubén y a Laura de que pudiera ser que no llegase esa noche, y le dije a alguien de confianza a quien no puedo nombrar por derechos de autor (y porque se me cae el pelo si lo ve, pero que él lo tiene tan rizado como yo, con el que comparto más de un apellido y me llevo a veces 2 y otras 3 años) lo que había decidido (que me apoyó diciéndome que él haría lo mismo, y me arengó diciéndome que no tendría otra ocasión de conocer las prisiones serbias). Y me dispuse a dormir.

Cuando llegamos a la frontera de Serbia y tocó bajar del bus me temblaban las piernas (menos mal que se disimulaba por el frío que hacía). Me tocó el turno, y di mi DNI. El policía lo miró y lo metió en el lector (¡bien!), pero cuando me lo devolvió me dijo: “Test?”. Le enseñé en la pantalla del móvil el serológico de 30.10.2020 y los instantes en los que lo revisó se me hicieron eternos, hasta que dijo: “OK!”… ¡Vivaaaaaa había pasado! Al menos la salida de Serbia me había sido posible.

Volvimos ordenadamente al bus (más bien vino el bus al otro lado de la aduana), y el conductor me hizo un guiño. Tocaba hacer unos 6K más hasta la frontera de entrada en Montenegro.

Bajamos y de nuevo misma operación: mismos temblores en las piernas, frío helador, instantes eternos. Me tocó el turno. DNI en máquina (primera buena suerte) y… “OK!”. ¡No me pidieron nada más! ¡Estaba dentro, yiiiiiiiiija! Aunque disimulé mi alegría, no podía de contenta…

Eso sí, esa noche, primero de nervios y luego de euforia, no pegué ojo 😉

Fin del relato en el que puedo haber faltado a la verdad para que no me enchironen y sobre todo para que alguien de confianza a quien no puedo nombrar por derechos de autor (y porque se me cae el pelo si lo ve, pero que él lo tiene tan rizado como yo, con el que comparto más de un apellido, me llevo a veces 2 y otras 3 años y cuyo pseudónimo empieza por “T”) venga a buscarme si algún día me detienen.

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