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Al sur de Cambodia hay dos sitios que me interesaban para ir a ver: Kep, que suponía ser más tranquilo y con playa, y Kampot, una ciudad con impronta de cuando los franceses estuvieron por aquí.
A Kep llegué con Valentin una noche tras un bus de 4h. Los buses de aquí de Cambodia son mucho menos divertidos que los indios y ya ni te cuento comparado con los nepalíes: son mucho más nuevos y no viaja ni un local en ellos, a pesar de que compres tickets no turísticos.
En Kep nos alojamos en un hotel donde pillamos habitaciones individuales muy buenas y razonables de precio, por eso de que allí no había hostels. Al día siguiente de llegar, exploramos corriendo Kep National Park, y luego nos apalancamos en la playa (otra playa sucia). El parque era muy pequeño y frondoso, perfecto para ver en una mañana. Tampoco había mucho más que hacer, asique tras dos noches nos movimos a Kampot.

Allí la ciudad me atrapó 😉 en lugar de pasar una noche y seguir camino de las islas del sur, ¡me quedé tres noches!
Nada más llegar, me convenció Valentin para alquilar una moto para subir a Bokor National Park al día siguiente, asique ese día amortizamos la moto (y la gasolina) paseando en sendas scooters por la city y la isla adyacente (caminos arcillosos interesantes para conducir). Al día siguiente le dimos zapatilla: la carretera lo permitía y fueron 40km de ascenso muy agradables, aunque al final el sitio no merecía tanto la pena (jjeeejejej, otro bonito ejemplo de que la meta es el camino). Pero luego compensamos echando un par de partidas de pinpon en el hostel 😉

Allí precisamente conocí a Albert, a Ed y a Anton con quien además de compartir unas risas, hicimos una excursión, también en moto, a los campos de pimienta de los alrededores. Fue una visita interesante: no’s dejaron probar distintos tipos de pimienta e incluso té de pimienta, nos enseñaron las plantaciones y el proceso de secado de la eapecia, ¡y todo gratis! Ese día cenamos en el pueblo (nuestro hostel estaba retirado) y pudimos apreciar la arquitectura francesa… ¡Aunque lo que más nos llamó la atención fue una glorieta con una estatua en el medio de un jack fruit gigante! Además con Albert también pude correr un día 😉 pero no sería el último…