306K corridos, 53 días viajando
Como me iba a quedar un tiempo en Kathmandu, miré clubs de running, con la suerte de dar con uno, HHHH (Himalayan Hash House Harriers), en el que quedaban los sábados a las 2 de la tarde (suerte, porque en otros que ví el toque de queda era a las 6 de la mañana). Para ponerme en contacto con ellos, localicé a Jimi, uno de los fundadores del club, que coincidió que fue quien me dio el trofeo (más bien el machete), en la última carrera.
Tras cruzar un par de mails, se ofreció a recogerme cerca de Thamel (mi barrio en Kathmandu), pero me insistió en que le contestara vía Facebook, porque no leía mails en el móvil. Claro, que esto me complicaba las cosas al no tener cuenta en Facebook… Va a ser que esto de las redes sociales es más inevitable de lo que parece 😉
Finalmente, conseguimos ponernos de acuerdo, y a la hora convenida yo estaba esperando con otros tres más: Fabian, David y Bradley. David, inglés, era el único recurrente… ¡Pero no nos desveló nada de lo que íbamos a hacer! Jimi llegó y nos apretujamos en la parte trasera del coche de Manissa para llegar al punto de salida.
Normalmente en los clubs de running, se queda para rodar. Si tienes suerte, puedes pillar algo un poco más profesionalizado (más tirando a un club de atletismo), donde los entrenamientos están más pautados: se organizan por día e incluyen calidad (series y fuerza). ¡Pero HHHH es muy diferente!
Cuando llegamos, éramos unos 40. Rápidamente, nos dieron unas explicaciones, que yo desatendí (no aprendo). Total, que salimos a correr… Pero bastante fuerte… De repente, ví a los primeros como gritaban algo así como “hold-on” y qué giraban bruscamente. No entendía mucho, pero seguía la fila… Hasta que Robbie, un chico nepalí con pinta de no ser la primera vez que iba por ahí, me explicó: ¡tienes que gritar ON-ON cuando pases una baliza! Yo no me había enterado no siquiera de que el camino estaba balizado… Y realmente lo estaba: en el suelo, de vez en cuando había montoncitos de papel triturado. Al ver mi cara, Robbie entendió que no tenía ni idea, y empezó a contarme las reglas:
- Hay baliza cada 150m.
- Cuando pasas baliza, has de gritar “ON-ON”.
- Un círculo significa dos posibles caminos: uno falso, que termina con una X, y otro verdadero (que no termina).
- Dos círculos significa esperar al resto (neutralizan al grupo).
Claro, eso convertía el rodaje que tenía en mente en una actividad muchísimo más divertida 😉 Además, pese a no ser competitivo, el tener que estar atento y la posibilidad de confundirte tornan la actividad en algo mucho más exigente de lo normal… ¡Me encantó la experiencia!
Además, al terminar, me enteré del lema del grupo: “A drinking club with a running problem”, jajajajajaja, porque efectivamente, al terminar, mientras esperábamos a todos los participantes, compartimos unas birras y unas fajitas qué habían traído los que organizaban… ¡Un plan de 10!
Por último, Jimi nos invitó a los que compartimos coche a jugar al trivial y luego karaoke en el American Club… Pero lo que no sabíamos ninguno es que ¡El club está dentro de la embajada!
No me importó nada que en el trivial no me supiera ni media (era de temática de los 80, me pillaba casi sin nacer), ni que en el karaoke andara huyendo para no cantar… ¡Poder ver el ambiente de ex-pats, el buen rollo de los americanos, y las cervezas a 60NPR hicieron qué la experiencia en conjunto fuera inmejorable!