Aventura hacia Estambul

3.588K corridos, 435 días viajando

Aunque despegarme de Izmir no fue tarea fácil, al final conseguí coger un bus hacia Denizli, con la intención de a mi llegará coger otro hacia Pamukkale. Pero para no variar, la cosa no salió como esperaba…

La primera sorpresa fueron los buses turcos: ¡qué pasada! Parecían más aviones que otra cosa: pantallas personalizadas, asientos enormes de cuero e incluso ¡carrito con té y galletas gratis! Toda una experiencia 😉

Sin embargo, al llegar allí las noticias no fueron tan buenas: había perdido la última lanzadera Denizli-Pamukkale, asique tendrían que pernoctar allí. Además, dado que los turcos sí que tenían toque de queda y eran más de las 21h, las calles empezaban a estar vacías y la impresión de la city (a las afueras de la estación de buses) no era en absoluto agradable.

Al final encontré (después de pasearme con la mochila entre los locales aledaños y de mucho pero que mucho regateo) un hotel que me dejaba la habitación a un precio aceptable (110TRL, unos 16€). Pasé la noche y aunque el sitio no me dio demasiado buen rollo (atranqué y todo la puerta con una silla) la verdad es que me resolvió la papeleta.

Al día siguiente tomé el bus hacia Pamukkale, y después de dejar la mochila en mi hostel (este sí que era un hostel, a pesar de que me dieron una habitación doble porque era la única huesped) me fui a ver las termas y la ciudad antigua.

Creo que tuve mucha suerte por el hecho de estar casi sola en un sitio como ese, pero he de decir que me imoresionaron más las ruinas de Éfeso. Las termas además no estaban a tope de agua, y el que estuviera nublado no ayudó a que los colores fueran espectaculares. Pero estoy segura que fue cuestión de mala suerte… ¡Habrá que volver en verano!

Leave a Comment

Translate »