4.995K corridos, 571 días viajando
Al norte del país llegué probando las delicias de los buses noturnos de Guatemala. ¡Pues no estuvo nada mal el estreno! Caro, eso sí (y más si lo comparas con los precios que ofertan los parrilleros de allí: buses escolaraes americanos y reacondicionados). Pero insisto, fue un viaje agradable en un moderno bus de dos pisos, con asiento (muy) reclinable y aire acondicionado.
Lo que me esperaba en Flores era una isla de apenas 1,5K de perímetro (lo sé porque un día me empeñé, aplaudida por un simpático camarero que me vió pasar una y otra vez, en darme 15 vueltas a la isla), comunicada por una carretera de hormigón con la población de Santa Elena. La isla en sí era muy bonita, ¡pero demasiado calurosa! Ya a la llegada de mi bus (a las 7 de la mañana) pegaba Lorenzo que no veas, asique además de acordarme de la última ve que me achicharré en una city (hace no tanto, en Mérida y Valladolid: dos ciudades coloniales), supe que no me quedaría mucho tiempo por allí, porque me limita mucho la salida díaria ésto de los calores.
Pero bueno, el poco tiempo que estuve por allí pude reencontrarme con Paula (que conoces de Ceviches, kayaks y un trekking: el lago de Atitlán) y conocer a una pareja interesante: Carla y Carlos, que viajaban por Guatemala, precisamente desde Madrid, para encontrarse con un amigo. Además, Paula y yo nos acercamos a El Remate.
La aventura de El Remate, a una hora en colectivo de Flores, consistió en ir para allá a ver qué era eso que tanto nos habían recomendado. Era un lago (el mismo que llegaba a la isla de Flores, Petén Itzá) que tenía agradables pantalanes con hamacas. Además de plantar la era por allí y pasar una tarde agradable y relajada entre baños y siestas, conocimos a un par de guatemaltecos, Julio y Cuco, que nos invitaron a unas cerves y luego nos dieron “jalón” de vuelta a Flores (nos llevaron en su coche).
Y la guinda del pastel por allí fue visitar las ruinas de Tikal. Personalmente, me costó mucho el madrugón (nos recogieron a las 4.30am) y el calor, pero fue impresionante las vistas que tuvimos desde lo alto de más de una pirámide (porque se pueden subir).
Y abandoné Flores con destino a lo que yo creía serían tierras más templadas (o al menos con playa): Río Dulce.