3.336K corriendo, 406 días viajando
La llegada a Macedonia, como sabes de En la frontera con Macedonia, fue bastante peculiar: pasé el paso fronterizo a pie y llegué a Ohrid gracias a una familia que me cogió cuando hacía autostop.
En Ohrid me encontré un plan perfecto: un hostel casi vacío regentado por un macedonio molongo (Djoko). El único huesped del momento era Jerry, un americano afincado en Albania que había tenido que salir de allí por temas de visados y con el que charlé en varias ocasiones por la mañana. Con Djoko además de charlas compartí alguna noche de cine (una de Almodóvar) y al que invité a un chocolate caliente (requemado para más detalles).
La ciudad me dió muy buen rollo desde el principio, e incluso la sensación de que Macedonia era un país más avanzado que Albania. Pero ésto tendré que contrastarlo, porque puede que sea sólo porque la ciudad en cuestión es la más turística del país. Asentada a orillas del lago Ohrid con las montañas por detrás y con un nucleo peatonal interesante, se explica por qué muchos locales e internacionales la elijen para veranear.
Además, tuve suerte: Annette, la alemana que había conocido en Himara (mírate Saranda, Himara y Vlora: la costa albanesa) vino a Ohrid y se prestó de nuevo a que hiciéramos un trekking juntas. Terminamos yendo a Galichica National Park en su coche. La ruta prometía: aparcábamos y subíamos durante 3K para llegar a un punto desde el que veríamos los dos lagos (Ohrid y Prespa). Pero de nuevo, el viento y las nubes fueron protagonistas… ¡Para la próxima, que seguro que hay más! Porque casualidades de la vida, Annette estaba compartiedo apartamento con un alemán cicloturista que conocí en Girokaster (puedes ver la historia completa en La Albania más otomana: Berat y Gjirokaster) y con el que haríamos más tarde algún plan 😉
Después de unos días por allí, marché hacia Bitola con un billete de vuelta (que no gastaría) y con intención de pasar 2 noches allí (que luego serían 4). Nada más llegar, dí con un hostel en el que el inquilino permanente, Marko, era un macedonio que había estudiado informática, pero músico callejero de profesión. Con él compartí veladas de cartas y cenas (generosidad de Marko menos el día que se me ocurrió hacer una tortilla, que para no variar me salió requemada), pero siempre por la noche. El día lo dediqué a correr por el parque nacional de Pelister y a seguir dando caña al proyecto: la última colaboración que me ha salido es mensual en un programa de radio en Aragón Radio dedicado al trail running: Territorio trail. El debut, a pesar de no saberme la capital de Turquía y de estar un poco nerviosa, ¡creo me salió muy bien!
Además, un día vinieron a visitarme Annette, Vincent (el alemánde Girokaster) y Lucho (otro amigo macedonio que se apuntó con ellos). Pasamos un buen rato, y sobre todo planificamos pasar navidades en Mavrovo (al norte del país), ¡porque Grecia lo dejo para cuando me permitan pasar sin PCR y por tierra!