EBC/3

102K corridos, 30 días viajando

Hasta el octavo día todo transcurrió dulcemente gracias a la aclimatación. Fueron etapas cortitas que nos permitían estar más o menos activos por la tarde: dábamos un paseo por el pueblito de turno o íbamos a tomar un café a algún otro lodge.

Pero todo eso se acabó cuando llegamos a Lobouche (después de Debuche, pasamos dos días en Dingboche). Ya había acabado el período de cuarentena con la altura 😉 y por tanto podíamos hacer el cabra lo que hiciera falta. Y así fue: comenzamos andando hacia Gorakshep, para hacer cumbre en el Kala Phattar (altitud de 5643, una nueva máxima), y luego, tras volver a pasar por Gorakshep, alcanzar el EBC, ¡¡¡punto objetivo de nuestra ruta!!! Lo pillamos con mucha ilusión, pero coincidimos en que las vistas merecen más la pena en Kala Phattar 😉

Tras esto, volvimos a dormir a Lobouche (pasando de nuevo por Gorakshep). En total nos salieron unos 18km y 7 horas de actividad… ¡No está nada mal! Y por supuesto, lo único qué pudimos hacer tras la ruta es apoltronarnos en el dining room y devorar la cena a las 6 de la tarde. ¡No dormimos allí con el abrigo puesto porque nos dio vergüenza, jajajjajjjaja, no por falta de ganas!

En el camino perdimos por tanto la compañía de nuestro grupete de 6, con el que habíamos compartido alojamiento, comidas y cenas, cafés y veladas jugando a las cartas… Pero con el qué seguro no perdemos el contacto, porque seguirán por Nepal una vez acaben el EBC 😉

Al día siguiente, de solazo, aprovechamos muy bien que el tiempo acompañase para hacernos otra buena etapa de 22km, pero esta vez cuesta abajo y gestionando mejor las paradas: paramos 3 ó 4 veces para descansar unos 20 minutos y comer algo. Llegamos del tirón a Kysngjuma, un pueblito muy cercano a Namche con un lodge modesto donde nos dieron alojamiento gratuíto (creímos, jajajjaajjaaj, porque luego hubo que pagar) a cambio de cenar en el mismo sitio… Eso sí, las duchas las pagamos (sin rechistar, jajajjajajaja que en Lobouche no había ni caliente ni fría). Pero la verdad es que el sitio nos gustó tanto que decidimos a la mañana siguiente extender nuestra estancia allí otro día más, y aprovechar a hacernos una ruta sin peso a la espalda (aún no contábamos con vuelo de vuelta, que gestionaríamos más tarde para el 30, pero directo Luckla-Kathmandu para evitarnos el trago de Ramechap por la modesta suma de 12$ por persona).

En Kysngjuma la ruta que planteamos fue exigente, llegando hasta Dole (unos 16km pero con bastante desnivel acumulado). En el pueblo dejamos a Bishar, el guía, en casa de su hermana (también porter, pero de las pocas mujeres que vimos con esta profesión) mientras nos asomamos a un mirador que fue el punto en el que decidimos volver, y menos mal porque casi se nos hizo de noche… Encontramos por el camino a Lior, un israelí que pretendía ir a Namche Bazaar pero que finalmente, jeje, gracias a nuestra propaganda, se quedó en el mismo lodge que nosotros. Gracias a él, por la noche bajamos a bailar un rato… Nos unimos a una fiesta callejera que consistía en un grupo de gente con un altavoz que bailaban y cantaban a grito pelao (cuando tocaba la canción hindi, porque alternaban una canción hindi con una occidental y de las segundas no tenían ni idea).

El día siguiente fue, sin duda, el más duro de la ruta. Fueron 23km y en bajada, pero se nos hizo muy largo por el cansancio acumulado, porque madrugamos más que nunca, y porque teníamos qué llegar a Luckla antes de las 5 (para “fichar” en el aeropuerto, que si no revendían nuestros billetes). Los billetes los conseguimos gracias a Dev, de la agencia Suissa (de la franquicia que me enseñaron los israelíes en Pokhara), que nos emitió el billete fiándose que a la vuelta en Kathmandu le pagaríamos (y así lo hicimos).

El fin del trekking lo pasamos de nuevo con Lior en Luckla y bailando en otra fiesta local… ¡Y tomando una cerveza! Bueno, realmente el fin del viaje fue la aventura de coger el vuelo 😉 Pero esos detalles me los guardo para otra ocasión…

Leave a Comment

Translate »