102K corridos, 23 días viajando
Esta vida no está nada mal… Ha sido la frase que me ha dicho Tuko antes de dormirse esta noche.
Y es que es cierto: llevamos por aquí de trekking ya unos cuantos días (hoy es la cuarta noche, tras dos días de aclimatación en Namche Bazaar, la pasamos en Deboche) y nuestra rutina mañanera consiste en levantarnos, hacer un poco de core (guiados por supuesto por el video de YouTube de Javier Ordieres, porque si no mi hermano se pierde, pese a que lleva haciendo la misma tabla de 7 minutos de ejercicios todos los días en los últimos años), desayunar, hacer el petate y ponernos a patear. En el desayuno solemos improvisar 😉 mi hermano por ejemplo tortilla y café con leche y yo por ejemplo té con leche y tarta de manzana. En el camino nos centramos en andar y hacemos varias paradas para descansar y echar algo al buche. Después por la tarde, cuando llegamos al alojamiento, estiramos durante 20 minutos, cenamos y jugamos a la escoba con unas cartas que Tuko ha comprado para regalarle a un compi del curro (Churre, al que yo estoy segura 100% que no le va a importar nada recibirlas sobaditas, por lo que he convencido a mi hermano para darles caña). Yo además me ducho y Tuko a veces.
Hemos hecho un grupo, más allá del saludo del caminante (nos andamos cruzando siempre con la misma gente, porque hacemos las mismas etapas) bastante interesante, con el que hemos compartido más momentos juntos. El grupo lo componen Dave, un sudafricano molongo que lleva más de dos años viajando y que vive de “sus inversiones” (lo que nos ha dado a Tuko y a mi juego para especular más de una vez sobre qué coño de inversiones serán); Sandy, canadiense enfermera especializada en neurología, muy agradable amiga de Dave que está aquí solo para el trekking; Holly, una inglesa divertida que ha dejado su curro de esteticista para viajar durante año y medio por el mundo con el claro propósito de hacer todos los trekkings posibles alrededor del globo; y Rob, un americano qué parece bastante tranquilo y que también ha dejado su trabajo en una compañía energética simplemente para viajar. Los dos últimos tienen como siguiente parada, después de Nepal, Delhi, como yo, ¿coincidencia? Creo que no, y que no será la última vez que hable de ellos en el blog…
En cuanto a la ruta… Me está sorprendiendo muy gratamente, y eso que creía que iba a ser un trekking con más nombre que otra cosa pero para nada: el camino hasta ahora ha transcurrido por bosques de pinos, con el río azul y blanco abajo en el valle y las montañas nevadas e imponentes al fondo. Curiosamente, no nos estamos cansando demasiado ni pasando mucho frío: hacemos una media de 8km diarios y vamos subiendo desnivel poco a poco (unos 600 diarios), para respetar la aclimatación, y así hacemos también con los alojamientos: primera noche en Phakding, segunda y tercera en Namche Bazaar y ésta última en Deboche.
Pese a nuestras buenas intenciones de subir con guía, Milan se puso malo al tercer día (Tuko dice que fue mal de altura, pero yo creo que lo dice para presumir del libro que está leyendo, que trata precisamente de eso), por lo que nos mandaron uno nuevo: Bishar, con buena pinta… ¡A ver si éste nos aguanta el ritmo hasta el EBC!