5.431K corridos, 635 días viajando
A pesar de haber pasado un tiempo de cuarentena que puedo definir como no muy malo, ¡cuánto echaba de menos moverme y correr! ¡Y más todavía si el destino era uno como Bocas del Toro!
Bocas del Toro es una provincia que está al Noroeste de Panama, y cuenta con un archipiélago en el que las islas son cada cual más caribeña. Yo cuando llegué a Isla Colón tras un bote y un transporte turístico que me llevó desde mi casa de Boquete hasta el muelle (se nota que aún arrastraba algo del Covid-19, aunque fuera mentalmente, porque esos lujos normalmente no forman parte de mi día a día) lo primero que hice, como te puedes imaginar, fue correr.

Encontré una isla de las que me suelen atrapar: con casas bajas y coloridas, mar azulado, playas de arena blanca (aunque he de decir que en la Isla de Colón no es en el sitio que mejores bahías he visto) y palmeras. Además, me pareció un sitio interesante: con vidilla y turismo.
Me junté después de los 15K con mi amigo Fer, que vino de España de vacaciones. Salimos a cenar y a tomar una cerveza (¡la primera desde hacía tanto tiempo que incluso extrañé el sabor!), pero bien pronto estaba en la cama, porque no hay que olvidar que estaba saliente de una vida espartana y muy aislada 😉
Al día siguiente nos alquilamos un kayak (¡que acierto!) para acercarnos a la Isla de Carenero. Allí remamos por alrededor y sí que vimos (y paramos) varias playas caribeñas muy molonas. Además de tomar el solete y hacer un poquito de snorkel, también le dimos hasta un barco pirata, preparado para hacer fiestas los sábados y los miércoles (¡lástima no haber estado por allí alguno de esos días, porque una fiesta en barco pirata sí que no me la pierdo yo!). Y el día fue completo: ¡volcamos el kayak! Pero todo quedó en un pequeño susto y en algún cortecillo que nos hicimos con las rocas del fondo
A pesar del cansancio del día, esa noche conocimos a David, un catalán afincado en la isla que estaba paseando a su perrito, y no pudimos evitar tomar un par de frescas con él 🙂 ¡Ya poco a poco me vuelvo a acostumbrar a su sabor!
El último día por Bocas del Toro lo dedicamos a pasear en bici. Llegamos a Playa Buff, al parecer un paraíso para los surfistas, pero cuyo mar estaba muy tranquilo cuando nosotros fuimos. Eso sí desierto y con buenísima playa: ancha y muy caminable. Dimos un paseo, con sesión de fotos incluída, y volvimos a recoger los trastos: tocaba un bus nocturno laaaaaaargo rumbo a Panama City (¡cuánto los había echado de menos!).