7.797K corridos, 854 días viajando
Llegué a la capi después de un viaje en matatu de más de 8h, pero al menos tuve suerte y lo hice acompañada de Antoine (cuyo vuelo de vuelta a Francia saldría un par de días más tarde). No nos despedimos demasiado porque prometimos correr juntos por Nairobi (por si no nos habíamos hinchado a hacerlo en Iten: home of champions) y porque después de tanto rato de ajetreo lo que más nos apetecía es llegar cuanto antes a destino.
Mi hotel estaba pegadito al aeropuerto, porque Santi (a quién conoces de SanCris), que se había decidido por venirme a ver, y de paso a ver Kenya y a viajar juntos por la costa, aterrizaba a horas intempestivas (sobre todo para mi horario: en Iten antes de las 10 ya estaba encamada). Así que allá que fui en un boda, pero ¡en qué hora! Pasé en vilo los 15K que separaba Nairobi de mi hotel: por autopistas a 70 por hora, sin casco y con mochila :S
Al día siguiente nos acercamos a la city. Empezamos con algo muy local: comiendo literalmente en la acera de la calle de los pucheros de una señora (que ojo, tenía bastante clientela y con precio más que razonable: 150KES en total). Con las beans, el chapati y el githeri (un refrito de judías y maíz típico keniata) en el estómago estábamos listos para hacer un free tour, pero al ser los únicos turistas que acudimos a la cita con el guía, terminamos de cervezas con él antes de lo previsto 😉
Nuestra visita a la capi terminó con un safari en el Nairobi National Park, que debe ser sólo conocido por los turistas, porque el driver del boda que nos recogió en el hotel tardó 1h en dar con el sitio (a escasos 3K), tras preguntar a unas 20 personas por el camino. Pero mereció la pena entrar en el parque: pudimos ver hipopótamos, jirafas, búfalos, cebras, avestruces (mi primera vez), impalas, gacelas e incluso cocodrilos. ¡En África los safaris son una apuesta segura!
Partimos rumbo a Watamu (en la costa keniata, al norte de Mombasa), diría que sin contratiempos pero sería faltar a la verdad: no pudimos coger el tren porque estaba lleno (¡lleno!) y tuvimos que cambiarlo por un bus, que tras 1h de demora se decidió a salir. Pero en absoluto me quejo de ese bus: que vimos desde la ventanilla monos, cebras, ¡y hasta un elefante! Y tras todo el día viajando llegamos a Watamu.
Watamu es una población costera con ambiente relajado (bares, señoras cocinando y algún que otro muzungu). No sé si fue el efecto de las palmeras, del agua turquesa del mar o de la arena finita y blanca de las playas (que no puede ver hasta al día siguiente), ¡pero me dio muy buen rollo el sitio!
La costa keniata
Nuestro día a día consistía en ir a desayunar una chapati (el de Santi aliñado con unas judías mañaneras) y un té e irnos a descansar a la playa. Por la tarde la ensalada de aguacate, tomate y cebolla que hacíamos rutinariamente nos sabía estupendamente. ¡Pero mejor me supo cuando una tarde Santi se animó a correr conmigo, y terminamos la ruta en una playita preciosa con un zumo de mango y maracuyá!
Y después de esos días por allí, volvimos a hacer el petate rumbo hacia el norte de la costa: Lamu. ¿Me encontraría en el trayecto también animales salvajes?
Que PRECIOSISIMA FOTO de la girafa en la carretera!!!!!
De concurso.
Sigue!!!
Graciassss 🙂