2.063K corridos, 249 días viajando
¡Éstos días no he corrido nada! Eso sí, desde que compré la bici han caído ya 766K 🙂
De Ayutthaya, salimos concienciados de que iba a tocar una buena paliza hasta empezar la ruta del Mekong: Ubon Ratchathani estaba a unos 600K. Esa ciudad fue la elegida porque encontramos por internet una ruta de Udon Thano a Ubon Ratchathani de 8 etapas apetecible, y claro, ¿por qué no hacerlo al revés? Era lo más conveniente para iniciar cuanto antes la aventura.

La primera etapa, de más de 100K, culminó con noche en un monasterio budista, donde con permiso plantamos la tienda. A partir de entonces, supimos que en general, en los monasterios éramos bien recibidos (incluso en algunos nos regalaban agua y comida), que tenían baño y ducha (un cubo en la mayoría), y que eran partidarios de madrugar (en uno tocaron diana incluso a las 4.30 de la mañana), y todo esto además sin que los monjes hablasen ni papa de inglés (lo cuál tiene mucho más mérito). El primer día también empezamos a vislumbrar lo que serían las siguientes etapas: paisajes verdes, muchas vacas y pueblitos del centro de Tailandia. Eso sí, sin un farang (como nos llaman por aquí a los extranjeros).

Para romper la monotonía, el segundo día en lugar de encontrar una ruta llana tocó desnivel (no mucho, 222+, pero con alforjas y demás ya era). Además, ese día en lugar de monasterio, nos acogió una señora majísima en su casa, a la que sospecho luego se le cayó el pelo, porque vinieron las fuerzas vivas (alcaldesa y traductor) a pedirnos documentación, hacernos fotos y rociarnos con jabón seco (hay que ver el juego que está dando esto del Covid-19 incluso en los pueblos más remotos). La población fue lo típico de pueblo pequeño, que vayas donde vayas, es igual: cuchicheos desconfiando del forastero al principio, y al final vinieron incluso a despedirse a la puerta del pueblo.
Otro sitio divertido donde tocó parar fue en un hostel en una pequeña población justo el día antes de llegar a Ubon Ratchathani, en la que el dueño accedió a rebajar el precio de la habitación pero tuvimos que posar para unas 20 fotos que seguro saldrán en la web. La realidad es que gracias a esos gestos y a lo cariñosos y sonrientes que han sido los locales todo este tiempo, ¡me parece que Thai va a volver a ser uno de mis países favoritos del sudeste!

Por último, para llegar a Ubon Ratchathani, el clima me recordó que estamos en pleno monzón y jarreó en varias ocasiones en el camino. ¡Tanto qué tardé más de 8h en hacer apenas 50K! En fin, habrá que darse un par de días de descanso en la city… ¿y correr tal vez?
Nos ha gustado mucho Clara. Dice la abuela. _”Nos gusta lo que cuentas y te mandamos muchos beaos”
Muchos besos a las 2 🙂