A Pablo, un polaco instalado en Alemania, lo conocí en mi visita a Pula. Había vivido años en Chile y además de hablar 6 idiomas (el español era el cuarto y aún así muchas veces lo hablábamos porque nos entendíamos mejor que en mi inglés), era lingüista de profesión.
¿De qué va ésto? Teoría de la terminación -es
Me contó que en Chile habían empezado a utilizar la terminación -es para determinar los colectivos, de manera que no denotaran sexo. Por ejemplo, en lugar de guapos o guapas, se usaría guapes; y una frase completa podría ser “Nosotres somos muy guapes”.
Al principio la idea me recordó un poco a ese juego de niños de “ahora hablamos sólo con la vocal “e”, y me sonó gracioso. Un ejemplo del juego sería, en lugar de decir “mamá me ayudas a arreglar la bici”, diríamos “memé me ayedes e erregler le bece”.
Pero no se lo dije a Pablo, porque él como lingúista me estaba desarrollando el por qué era mejor la terminación en -es que la variante de cambiar o/a por x o por @ (porque fonéticamente es realizable). También puso mucho empeño en explicarme por qué en castellano se puede implantar más fácil que en otros idiomas (poque sólo hay que cambiar la terminación de los sustantivos y de los adjetivos, mientras en otras lenguas son muchas más palabras las que habríamos de cambiar). Asique me dejé de tonterías y pensé que lo que me estaba diciendo no era un juego, ¡y además sonaba muy bien!
¿Y de dónde viene el error? Historia del lenguaje patriarcal
A mí desde pequeña (y a todos los de mi generación), por difícil que me pareció al pincipio entenderlo (porque bien mirado no tiene lógica ninguna), me enseñaron que a los colectivos, ya sean masculinos o femeninos, se los determina con el plural masculino, a excepción de que que sólo haya mujeres en el colectivo, dónde lo correcto entonces sería usar el plural femenino. Es decir, que si la audiencia de un curso de electrónica son todo chicas menos un chico, lo correcto sería dirigirse a la clase como “nosotros”. ¡Y así es como ya desde niños utilizamos un lenguaje patriarcal (por no decir machista)! Hablar correctamente significaba asumirlo y difundirlo de esta manera.
Más tarde, me enteré de que a los colectivos había que llamarlos en masculino o en femenino dependiendo de la predominancia de género del propio grupo. Por ejemplo, en una clase de aerobic de 10 chicos y 1 chica lo correcto sería decir “nosotros”, mientras que en una clase de boxeo de 10 chicas y 1 chico al colectivo habría que dirigirse como “nosotras”. A mi particularmente, me sale inconsciente (fruto de lo que me enseñaron de pequeña) decir nosotros en masculino, seamos mayoría chicas o chicos. Diría que en ocasiones me es difícil calcular el género predominante, pero no es verdad: en ese caso, hablaría siempre en femenino maximizando así las posibilidades de acertar gramaticalmente (casi siempre somos más chicas, ya que en el mundo la población femenina es mayor que la masculina). Insisto, me sale así porque lo aprendí así de pequeña.
¿Por qué concienciarse? No hay motivo para no hacerlo
Particularmente, no estaba muy concienciada con el tema, pero reflexionarlo con Pablo recordé una cena familiar en la que hablamos de discriminaciones de género. Mi madre se quejó de toda la vida haber sido víctima de ellas, cosa que a mi no me sorprendió en absoluto. Ella es ingeniera de caminos, y como partícipe de uno de los gremios más sexistas que existen en España había tenido que sufrir diversas muestras de desigualdad (por ejemplo, siempre cuenta que en la escuela de caminos en su época sólo había baños de chicos). Lo que sí que me llamó la atención es que Inés, mi hermana pequeña (13 años más joven que yo) también levantó la mano al respecto. Dijo que si el mundo fuera igualitario, probablemente podría dedicarse a ser ciclista profesional dado el nivel que tenía. En ese momento no le di más importancia a la conversación. En parte porque pensé que Inés iba a ganar no uno, si no muchos Tour de France (y no es broma, tiempo al tiempo), y en ese momento se le olvidaría todo lo demás. En otra parte porque pensé que los tiempos habían cambiado desde que mi madre estudió y que hoy en día las diferencias no eran tan acusadas (en mi uni había baño de chicas). Y en otra parte, porque me di por satisfecha con mi postura al respecto, que había sido ventajista hasta la fecha, y con la que estaba relativamente cómoda (para resumir, había aprendido a aprovechar los privilegios que el mundo patriarcal otorgaba a las mujeres y los utilizaba con bastantes buenos resultados, y trataba de esquivar los inconvenientes que el sistema nos imponía).
Pero, a partir de entonces, de hacer una reflexión un poco más profunda al respecto, ¡me he concienciado más con el tema! Por Inés, por mi madre y por todas las personas que están manos a la obra (que ahora se está haciendo más esfuezo que nunca por lograr dicha igualdad). Y también por mí, que ya está bien de sacarle ventajas a un sistema mal diseñado: ¡mucho mejor cambiarlo! ¿Te conciencias tu también?
¿Y ahora qué? ¡Úsalo tú también!
Cambiar el patriarcado en el lenguaje puede ser tedioso, ¡pero es necesario para intentar erradicar, al menos empezando por el léxico, desigualdades de género!
Entonces, ahora viene la parte de pasar a la acción. ¡Voy a tratar de usar la terminación -es para los colectives! ¡Pero esque suena fenomenal! Además, creo que es así como lo vamos a lograr implantar, a base de usarlo, asique ¿por qué no empezar por mi blog? A partir de ahora, cuando hable de un colective lo haré con el plural terminade en -es (o por lo menos me comprometo a intentarlo)!
Gracias léxico español por haberme regalado la palabra corredores 😉
Si te ha gustado y quieres saber qué más hice con Pablo, te recomiendo mi post Más romano que en Italia y otras contradicciones.