Segunda semana
1.504K corridos, 171 días viajando
En cuarentena
En España, la cuarentena empezaba a derivar en resultados imprevistos, como salir al balcón a aplaudir todos los días a la misma hora, como que se rulara contenido digital de todo tipo por los grupos de whatsapp, o como que algunos profesionales colgaran actuaciones en internet gratuítamente (e incluso en directo). En definitiva, iniciativas molonas caseras y espontáneas 😉
También hubo resultados previstos, como embarazos, roces entre los conviventes de un mismo domicilio, enamoramiento (de nuevo o por primera vez, pero claramente temporal) del cónyuge o del elegido para pasar el fin del mundo, o terminar hasta las narices de esos pequeños bajitos que acostumbramos a llamar la alegría de la casa. En resumen: ¡la gente sociabilizaba (virtualmente) más!
En cuanto a los datos, la situación se recrudecía: más de 57.000 personas habían contraído la enfermedad, y las muertes se situaban en casi 7.000 (en España). Las medidas sanitarias eran cada vez más precarias: se habilitaban camas hospitalarias en sitios inimaginables, y no se paraba de demandar personal del gemio por todos los medios (chats entre otros).
En el exilio
Mientras tanto, las cosas por la isla marchaban con normalidad: correr mis 15K al día por la mañana; por la tarde playita y sol; y a la noche cocinar algo rico e incluso tomar alguna cervecita. Además, tenía algo que a casi todos, menos en estas circuncias envidiarían: tiempo para hacer lo qué quisiera, que en mi caso fue leer, escribir, ver series y escuchar música. Vamos, que a mí particularmente la cuarentena ni tan mal 😉
Incluso cuando el martes anunciaron en el Bangkok Post que el jueves se entraba en estado de emergencia en Thailand, y que se publicarían las medidas que impondría el gobierno a lo largo del mismo día, mi optimismo no se vio afectado: el miércoles hice día de descanso confiando que el jueves no nos impondrían arresto domiciliario.
Y así fue: las imposiciones contaban con cerrar restaurantes y bares; y restringir los movimientos interprovinciales, pero nada de confinamiento casero, ¡yiha! Asique, en vista del panorama, me planteé que la vida en la isla podría alargarse más de lo esperado… Esto por un lado me agobió un poco: da igual que la jaula sea de oro, al final es una jaula; pero por otro lado se me abrió una opción muy buena dadas las circunstancias: iba a alternar mi rutina de correr 15K al día con entrenar velocidad y fuerza, ¡viejas conocidas que casi se me olvidan! Además, también viendo el vaso medio lleno, era un buen momento para relacionarme (virtualmente) con amigas y familia, que entre otras cosas organizaban aperitivos o cervezas virtuales (lástima de desfase horario).
En cuanto a los datos en el país, los infectados rondaban los 1.200, y los muertos censados habían sido 7. Además, en Ko Kut no había habido caso alguno, ¡no me imagino un lugar mejor para estar ahora!
