Ciudad de deportes y aventuras: San Gil

6.009K corridos, 686 días viajando

Desde Palomino llegué a San Gil con bastantes contratiempos, ¡porque la vida nómada no siempre es tan fácil!

El primero fue que, una vez llegué a Santa Marta dispuesta a pillar un bus nocturno, ¡no pude! Ya no quedaban tickets. Por lo que después de intentar, sin éxito, incluso que me vendieran el asiento de al lado del conductor, me embarqué en otro bus rumbo a Barranquilla (a un par de horas de dónde estaba, pero desde dónde me informaron que sí que había billete a mi destino).

Llegué a Barranquilla y compré ¡el último billete! Por lo que pasé la noche en el bus y llegué a Bucaramanga con unas horas de retraso. Mi destino final era San Gil, pero tenía que pasar por Bucaramanga (la city) para hacerme la bendita PCR. Había contactado allí con un laboratorio que iba a tomarte las muestras a domicilio, y conseguí convencerles para que vinieran a la terminal. Tras una horita de espera (el ahorita mismo colombiano) llegó el auxiliar, y tras meterme los incómodos palitos (y tras pagar 250COP, unos 55€), pillé un último bus destino San Gil.

Nada más poner un pie allí, me encontré a Carlos vendiendo tours, de Próxima Parada San Gil, y a pesar de que le di bastantes largas, me quedé con la copla de que hacían allí bungee jumping (tirarse al vacío atada a una cuerda, en este caso desde una altura de 55m). Mi idea principal era ir a visitar Barichara, una localidad próxima a tiro de bus que me habían recomendado para correr.

Eso hice al día siguiente: un rutón (18K, 585+) que me llevó casi todo el día. Fuí desde Barichara a Guane, por una senda que llaman Camino Real. El camino fue precioso, pero eso sí: ¡el Camino Real estaba empedrado! ¡Mortal para correrlo! Pero todo tiene su lado bueno: en Guane una señora me ofreció una bebida de arroz que supuso el avituallamiento perfecto.

Barichara en cuestión es precioso: casitas bajas blancas con tejados de teja rojizo, y rodeado por verdes parajes. Además, en los alrededores hay un montón de cosas que descubrir: miradores, cañones e incluso cascadas. ¡Y tiene un parque central precioso!

En Barichara

Y como no podía ser de otra manera, en San Gil, la capital colombiana de la aventura, tenía que hacer alguna actividad… Por lo que me decanté por el bungee jumping, que nunca había hecho. ¡Madre mía, qué miedo pasé en los momentos anteriores! Sobre todo porque, a pesar de que tenía la certeza de que eran una agencia de confianza, ¡había incluso regateado! Y claro, estaba segura que a los regateadores eran a los que menos les iban a revisar el equipo 😉 Confesaré que aunque no me gustó la sensación (literalmente es caer al vacío), creo que sí que repetiré pronto, ¡porque es adictiva la descarga de adrenalina! ¡Menuda despedida de Colombia, por todo lo alto!

Preparativos para el bungee jumping

4 thoughts on “Ciudad de deportes y aventuras: San Gil”

  1. Pues con más de 6.000 km corridos por tanto mundo ¡no tienes que tirarte al vacío, que suena fatal! ¿No es ya de por sí muy extremo correr esos 15 km. largos (o larguísimos)? ¡Hay, qué susto! Como los paracas, pero ¿de pie al comienzo y boca abajo al final? Esto supera las “máquinas” del Parque de Atracciones de la Casa de Campo, que da muchos gritos los findes… Imagino que sería como tirarte desde un trampolín pero a lo bestia, ¡y sin agua al final! (yo no me tiro ya ni desde el bordillo de la piscina). Y yo que creía que el “puenting” estaba ya fuera de modas…
    Sigues sorprendiéndonos.

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    • Hombre, es que siempre hay que hacer cosas nuevas 😉 Y ésta es de lo más sofisticado: puedes elegir si tirarte hacia atrás o hacia alante (yo lo hice hacia atrás que era más fácil) y que te agarren de los pies o de la cintura (yo pedí de la cintura, de nuevo lo menos arriesgado). Toda una experiencia que repetiré por el subidón de adrenalina del final 🙂

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