3.126K corridos, 384 días viajando
A Tirana llegué sin mucho convencimiento de causa. Esque a mí las ciudades no me gustan demasiado, y me apetecía aún menos sabiendo que allí había que llevar mascarilla y que tenían toque de queda a partir de las 10 :S Pero, para no variar, ¡me tuve que tragar mis palabras! Me pasé allí 6 noches fenomenales gracias sin duda a la compañía.
Nada más llegar al hostel, me recibieron los voluntaries argentines (sí, a pesar del Covid-19 aún existe la figura del voluntarie), con los que pegué la hebra inmediatamente. Además, me comentaron que en la habiación éramos 6, de los cuales había 3 argentines, un chileno, un americano y yo. ¡Guauuuuu, no dormía en una habitación llena al 100% desde Dubrovnik (puedes repasar mis aventuras por allí en mi post ¡Europa allá voy!)!
Cuando por la noche estaba tranquilamente haciendo mis tareas de bloguera e instagramer 😉 en el comedor del hostel, se abrió la puerta y oí una voz con acento chileno que decía: ¡no puede haber nadie en el mundo más que tú que viaje con un rulo! ¡Era Rubén, el chileno! Habíamos coincido en el hostel de casualidad (jajajjaj, y que casualmente ése era casi casi el más barato de la city). Después de compartir una birra ya empecé a mentalizarme de que mi estancia en Tirana no duraría sólo 3 noches cómo había pensado inicialmente…
Y efectivamente, así fue. Hice por allí un montón de planes acompañada de gente del hostel y que venía al hostel de visita (era un punto de reunión de hispanoparlantes). El primero consistió en acercarme al lago a ver el atardecer con ¡nada menos que 6 personas más! Además de dos de los argentinos (uno de los voluntarios, Gerardo; y otro, Matías, que también dormía en el cuarto), se apuntaron Luz (colombiana que vino de visita), Niko (albano cuyo castellano era tan bueno que confundí con español), Mak (medio marroquí y medio francés que también pernoctaba en el hostel) y Lusi (cubana que también vino al hostel de visita).

Otro de los planes que más me festejé fue subir acompañada al Dajt (un monte cercano a la city, en el que puedes hacer la ascensión a pata o con el teleférico). Nosotres (Matías, Luz y yo) nos la hicimos caminando. ¡Un recorrido nada despreciable! Yo además, por ésto de ahorrarme el teleférico y bueno, también por darme un poquito más de caña, pero eso es secundario 😉 además lo bajé. ¡Me quedó un rutón de 19K y 920+ (si te interesa éste es el enlace)!
Pero sin duda, mi plan preferido por allí fue correr acompañada 😉 Corrí ela primera vez con Kam una ruta chula alrededor del lago (mi primer contacto con Tirana). Pero además, corrí también dos veces más con otra compañera que conocí gracias a ¡Instagram!
Rocío (argentina y viajera), me contactó por un mensaje de Instagram. Había visto que estaba como ella por Tirana. Me propuso quedar (e invitarme) a cenar en un vegetariano, dónde además de conocer a Marcos, su chico, rápidamente conectamos 🙂 La velada fue muy amena, porque entre otras cosas descubrí que ¡a Rocío también le encantaba correr! Tenía una historia detrás además estupenda: corría hacía apenas 5 años, ¡y ya había hasta hecho alguna ultra! Y todo ésto después de tener un accidente en moto dónde casi casi le amputan una pierna :S
Pero además de correr juntas dos estupendas rutas por Tirana (una especialmente bonita, que llega a un lago al suroeste que puedes ver aquí); hicimos más cosas.
A Durres fuimos porque era el cumpleaños de Noe (la otra argentina voluntaria del hostel). Realmente amplié mi estancia porque, ¡cómo me iba a ir en su cumple! Bueno, por eso y porque con la cantidad de vida social que estaba teniendo esos días, ¡me lo estaba pasando de lo lindo! Asique, de nuevo, ¡a Durres (una ciudad costera a 30 minutos de Tirana) no fuimos solas! Por supuesto vino Marcos, pero también lo hizo Matilda (dueña del hostel). La verdad es que la excursión mereció la pena, pero más que por la visita cultural (apenas vimos el anfiteatro romano), ¡por lo que aprovechamos la playa! Nos quedamos por la costa hasta que se puso el sol.
También de celebración de cumple, fuimos a tomar unas cervecitas y a jugar un rato a los dardos por la noche. ¡Pero lo más divertido fue hacernos fotos en el parque iluminado! Porque estaba desierto (bueno, porque supuestamente el toque de queda era a las 10 y nosotros volvimos, ejem, algo más tarde).

Y aunque no te lo creas, ¡finalmente despegué de Tirana! Pero no me despedí mucho de más de uno… ¿Adivinas con quién coincidiré again por el camino?