Camino Licio: primera parte acompañada

3.718K corridos, 455 días viajando

Pese a que era una idea que tenía para hacer con mi hermano Tuko (a quien puedes conocer de EBC/1), me armé de valor y decidí hacer el Camino Licio por mi cuenta.

Claro, que las cosas nunca salen como planeas 😉 y en lugar de por mi cuenta, Steffen y Rango (que conocí en Antalya, El sur de Turquía: vuelta a la costa) se vinieron conmigo. ¡Qué suerte poder contar con compañeros!

Empezamos por la costa desde Antalya

Empezamos con una primera etapa no muy alentadora para quienes quieran un trekking de naturaleza: fue paseo marítimo casi todo el rato (Antalya es inmensa), luego algunos kilómetros de autopista y finalmente un trozo de camino por naturaleza (lástima que se nos hiciera de noche y no nos libráramos de la lluvia, que si no hubiera sido un sitio disfrutón). Llegamos a Beldibi y en el primer sitio que vimos nos alojamos: ¡al fin algo salió bien! El alojamiento era decente, barato y nos admitieron a Rango; y encima nos vieron con cara de hambre y nos dieron de cenar una sopa contundente y pan, mucho pan.

Al día siguiente amaneció lloviendo, asique pospusimos nuestra marcha hasta casi las 3 de la tarde, e hicimos los 10K urbanos que nos separaban de Goynuk con mucha parsimonia. Steffen decidió acampar al lado de la playa, y yo, a la vista de que todo alojamiento era vacacional y carísimo, decidí probar suerte en Natural Pansyon. A pesar de estar cerrado el sitio, me acogieron los dueños y me prepararon una habitación. Me dieron de cenar (bendita sopa) y al día siguiente me fuí con un par de galletas (cortesía suya también) en el bolsillo). Redesayuné con Steffen y nos pusimos rumbo a Doga Camp (un sitio de camino que me habían comentado estaba abierto para permoctar). ¡Esta vez con un sol espectacular!

En el cañón del Goynuk

El camino no pudo ser más bonito. Lo primero que vimos fue el cañón de Goynuk, que a pesar de no tener un final espectacular (el mirador no merecía mucho la pena), sí que el camino hasta el fue impresionante: el río abajo y pasando por puentes metálicos que me recordaban (salvando las diferencias) a lo que ví en mis primeros días en Nepal (al Trekking por Annapurnas). Cuando llegamos al campamento, nos esperaban casitas de contrachapado y tejado de uralita en un valle precioso. De nuevo nos dieron de cenar, y a pesar de que el precio no fuera nada barato, nos supo muy bien nuestra visita por allí. Y al dueño también, en especial la mía: me ofreció que si me quedaba a “ayudarle”, además de cama y comida me pagaría ¡400$ al mes!

Pero rechacé la suculenta oferta 😉 porque había de seguir camino, ahora en dirección Gedelme. La jornada fue de nuevo un pasaje soleado y en la montaña, y en esta ocasión casi todo el tiempo pista rojiza (me acordé mucho de lo que echaba de menos mis zapas de correr). Cuando llegamos al pueblo, como nos supieron a poco los 12K del tekking investigamos los alrededores: a pesar de ser un pueblito que no contaba ni con un bar, sí que tenía una cueva y un fuerte ¡guauuuu!

A la mañana siguiente, para desgracia mía pero más de Steffen (que había dormido con Rango en tienda) amaneció lluvioso. Asique decidimos (eso fue más culpa mía, he de reconocer) tomar una variante del Camino Licio que en lugar de seguir por la montaña bajaba a la costa, a Kemer. Pese a que lo decidimos por ser 12K facilones (por pista y en bajada), se nos hicieron eternos y llegamos calados hasta los huesos. Íbamos tan empapados que en la primera tienda que pillamos intentamos “acomodarnos”, pero en lugar de eso el propietario nos ofreció una ventajosa solución: que fuésemos a casa de su amigo Ibrahim.

Ibrahim nos recibió con paraguas en mano y un par de toallas. Además de acogernos en su casa y enseñarnos sus pájaros, nos dió un súper desayuno y nos entretuvo las 2 horas que estuvimos en su casa. ¡Viva la hospitalidad turca! Jamás pensé que encontraría gente tan generosa 🙂

Nuestra sexta etapa fue dirección Tekitova, por la costa. Llegamos con un serio contratiempo: Steffen se hizo daño en un tobillo. Tanto que le tuve que cambiar en los últimos kilómetros mi mochila de 10L por su mochila de 70L con tienda de campaña, saco y colchón incluídos.

Nos dimos un par de días de descanso. Mientras Steffen se recuperaba y yo aprovechaba para reconocer el territorio (se ve que no había tenido suficiente trekking), pasamos unos días agradables comiendo bien en un hotel estupendo (Amore Hotel Tekirova). ¡Y pudimos ponernos de nuevo en marcha!

laPero poco duró esa buena suerte: a mitad del camino mis compis no pudieron continuar. Asique se quedaron acampando en un sitio con agua y yo seguí ruta hasta Cirali. El plan era que al día siguiente, me acercara yo a ver si Steffen había podido avanzar algo, y en caso de quedarse sitiado llevarle provisiones. Por la mañana, para darles algo de ventaja 😉 fui a ver unas chimeneas en la roca, atractivo turístico de la población. ¡Nunca había visto nada parecido, el fuego se prendía espontáneamente de agujeros de la piedra! Pero no me pude detener demasiado y partí en busca de mis amigos. Tuve suerte: me los encontré más cerca de Cirali de lo esperado, asique pudimos compartir la última velada juntos antes de que al día siguiente Steffen se volviera a Antalya.

Yendo a buscar a mis amigos

Empezamos juntos, y después de colarnos en Olympo (una valla no impidió que nos ahorráramos las 30TRL de la entrada) y hacer una parte de este fantástico trekking entre impresionantes restos de ruinas romanas, tocó despedirse. ¡Voy a echar de menos a mis compis alemanes!

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