4.678K corridos, 537 días viajando
Así fue como me despedí de Julia: con varias chelas y ni un adiós. Pero esque no tenía ni idea que mi etapa en Puebla sería la última (por ahora) que haría con ella…
Llegamos bien pronto por la mañana después de un colectivo nocturno para no variar (cada vez apuramos más a la hora de ahorrarnos pagar alojamiento: éste salía de Oaxaca a la 1 de la mañana y llegaba a las 6 a Puebla). Nos recibió Efraín, el atentísimo dueño del Hostal Azul Puebla, que vino incluso a la puerta a ayudarnos con la mochila. Pudimos descansar un rato (¡menos mal!) antes de ponernos cada una a nuestras tareas rutinarias (muy parecidas en el léxico pero bien diferentes en esencia): yo a correr y Julia a currar.
Pero ese día con todo el cansancio y con el estómago medio vacío no fue muy buena idea eso de correr: casi me da una pájara, a pesar de que en la ciudad la temperatura era perfecta. Bueno, nada que no se resolviera con agua de coco y un plátano (¡ni eso me detiene ya para hacer mis 15K!).
Los días pasaron descubriendo la city y sus parques (muy recomendable el Ecoparque y el Jardín del Arte). Además, comimos en diversos mercados las especialidades culinarias locales (tlacoyos y tortas árabes entre ellos). Hubo tiempo para acercamos al centro cultural, donde fuimos gratuitamente no a una, ¡si no a dos! películas mexicanas. Y también pudimos compartir chelas y atardeceres en la azotea del hostel. ¡Fantástica la vida por allí!
Y para culminar, el último día agarramos un camión y llegamos a San Miguel Canoa para iniciar el ascenso a La Malinche (un volcán cercano), que terminó comiéndonos la quesadilla más buena que he probado en todo Mexico (con chicharrones, pimientos, champiñones, flor de calabaza y por supuesto queso).
Y así me fui de Puebla, con la promesa de volver a ver a Julia en Orizaba… Pero esque poco sabía por aquel entonces el futuro que me depararía con Apolo (un mexicano que me contactó por Instagram y que me había invitado a pasar unos días en la sierra de Puebla con su grupeta de trail running). Lo único que sabía por entonces es que me venía a recoger al hostel y que tenía un planning de actividades que prometía (cuya actividad principal era correr por la montaña), ¡bieeeeeen!