2.820K corridos, 349 días viajando
A pesar de haber llegado a Belgrado por aire (muy a mi pesar, porque creéme que intenté de todas las maneras posibles que me devolvieran el dinero del billete al enterarme de que había un bus directo desde Ljubljana, pero no hubo manera), mis primeros pasos en la ciudad no pudieron empezar mejor. Nico, el dueño del hostel me dijo por What’sApp que si quería meterme en cultura serbia tenía que coger desde el aeropuerto el bus 72 y que por ser domingo por la tarde no había controles, asique era gratis. ¡Empezaba bien la aventura!
Asique siguiendo sus consejos llegué al NaPark, un hostel donde me sentiría cómo en casa. Nico me esperaba y me ofreció un té que acepté de buen grado. Además, a pesar de ser atas horas de la noche, Valya (otro huesped ruso que llevaba por allí más de un año) se sumó al coloquio. ¡Bien!
Les pregunté (por supuesto) por dónde correr al día siguiente, y además anuncié la llegada de Belén, que llegaba por la mañana. Al minuto me ofrecieron la habitación de la segunda planta sólo para nosotras… ¡Increíble la hospitalidad serbia!
A Belén la conocí en Thabarwa (si quieres, te recomiendo leer Thabarwa: come, reza, ama para enterarte bien), haciendo un voluntariado en un monasterio budista. Desde entonces estuvimos en contacto, porque ella (viajera y argentina) también había pasado la cuarentena en Thailand, y aunque luego se había dedicado a destinos más europeos (España entre otros), nos cuadró hacernos juntas Serbia. ¡Yija, encima por esas tierras con amiga!
Cuando llegó nos dimos cuenta que llevábamos más o menos el mismo ritmo de viaje: slow 😉 Asique gastamos nuestro tiempo en Belgrado en poner lavadoras, compartir birras con nuestros huéspedes y tomar el sol (y algún que otro capuchino) en la city. ¡Ah, e hicimos un free tour por si luego nos preguntaban la lección! Y ojo, que mereció mucho la pena, sobre todo por Mijaíl el guía, un profe de historia que nos hizo muy amena la visita.
Además, se nos ocurrió para entretenernos mientras esperábamos a Fer (que lo conocerás de mis post ¡Europa, allá voy!), irnos un par de días a Novi Sad, la segunda población de Serbia en cuanto a importancia y habitantes.
La población está a unos 100K de Belgrado, a hora y media de bus. Allí, además de ver la ciudad, fuimos a un fuerte donde vimos uno de los atardeceres invernales más espectaculares hasta la fecha. Porque no te he comentado hasta ahora, pero ¡qué suerte tuvimos con el tiempo! ¡Sol e incluso manga corta!

Después de recorrerlo de arriba a abajo, volvimos a nuestra querida Belgrado, y además de cafés, birras, y lavadoras tuve tiempo para probar con Vaya una clase de boxeo. Se lo agradecí mucho, a pesar de que luego mis 15K me costaron más que de costumbre, ¡y a pesar de que aún me duelen los meñiques de pegar al saco! Y en éstas estábamos cuando llegó Fer…