AtraPagda

2.598K corridos, 325 días viajando

La isla de de Pag fue mi siguiente destino después de Sibenik, con una escala en Zadar para hacer noche (y correr). El bus, de hora y media, me introdujo los paisajes que vería en unos días adelante: piedra caliza por todas partes y en muchos sitios poca vegetación hacían del paisaje un sitio único (daba la impresión de estar en la luna).

El sitio donde me alojé, una casona a los pues de la playa, Casa La Cha Hostel & Bar fue por entonces lo mejor que ví en Croacia: jardín y cocina insuperables, y una decoración acertada y moderna. Además, el hecho de estar sóla en una cómoda habitación de 4, con terraza y vistas al mar, hicieron que mis días por allí fueran de lo más cómodos. ¡Menos mal, porque si no, dado que pasé mucho más tiempo de lo previsto, me hubiera resultado complicado!

A Novalja, pueblito costero de la isla de Pag donde estaba Casa La Cha Hostel & Bar, llegué porque la dueña fue amabilísima por What’sApp, y accedió a recepcionarme un paquete (Holafly, una compañía de tarjetas SIMs para uso en el extranjero se había interesado por mi proyecto y me mandaban material para probarlo y publicitarlo) en caso que llegara antes que yo. En el momento que puse un pie ahí me encantó: tenía playa y campo para aburrir, eso sí, era todo un pueblo vacacional fuera de temporada: multitud de bares, tiendas y locales dedicados al turismo tenían sus puertas cerradas. Además no había mucha gente por las calles (nada de turismo, sólo algunos locales). Así que senté lo que yo creía mi rutina por allí: me fui a la playa a tomar el sol y a leer y luego paseé viendo atardecer.

Pero las cosas no siempre salen como te las imaginas: en lugar de pasar 2 noches por allí, acabé pasando 6, y de los 7 días en que estuve allí, ¡me llovieron todos menos el primero!

Pero dicho esto, torné a una rutina también bastante agradable: aproveché para escribir en ese estupendo hostel, ví más de una peli en Netflix y, aunque el tiempo no se andaba con tonterías (a partir de entonces me he empezado a replantear conseguir un buen abrigo), pude salir a correr mis 15K todos los días. Además otra tarea rutinaria que adquirí fue ir a correos todas las mañanas a ver cómo iba el paquete, que se estaba retrasando mucho más de lo previsto.

Vistas de Novalja

Cuando un buen día el operario, Aldo, vio mi desesperación al decirme que mi correo estaba por Alemania y que tardaría mínimo 5 días más en llegar, tomó cartas en el asunto y me echó un buen cable: se comprometió a reenviarmelo a Zagreb nada más lo recibieran. A mí se me cambió la cara: me hizo feliz porque eso significó que podía continuar mi aventura. Sin perder tiempo (bueno y porque no había otro), cogí un ferry al día siguiente a las 6am del día rumbo Rijeka: la puerta para pasar a Istria 🙂

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