Aterrizaje en Cancún

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Cancún para mí era viejo conocido: había pasado por allí en el viaje de “Paso del Ecuador” de la universidad. A pesar de haber pasado mucho tiempo, y de haber cambiado un montón, mi visión del sitio fue parecida a la que tuve entonces: nada de particular.

Cancún es un sito megaturístico en el que confluyen muchos extranjeros (principalmente americanos) para tomar el sol e ir de fiesta. Tiene un aeropuerto muy barato (mi principal motivo para aterrizar allí) y puede ser la base de operaciones para ir a sitios interesantes: Tulum o Chichén Itzá. A pesar de ser ese mi plan inicial, rápidamente cambié de idea para irme a Holbox, una isla que me recomendaron al norte de la península de Yucatán. Me pudo el rechazo que tengo a los sitios megaturísiticos y volé de allí.

Pero no todo va a ser malo: ví el agua tan azul como hacía tiempo. Y se me ha vueltoa olvidar que estamos en tiempos de Covid-19 (aquí se ven por la calle pocas mascarillas). Y a pesar de estar en Cancún, me quedé en el pueblo, en lugar de en la zona hotelera, lo que me permitió alejarme un poquito de esas monstruosas construcciones que han plantado en la costa. El día que llegué lo pasé en Playa de los Delfines, y al día siguiente llegué hasta Playa del Carmen. A pesar de todo, cuando corres por primera vez en un sitio la sensación es maravillosa 🙂 Y máxime si llevas tiempo sin viajar. Además, pude probar una experiencia nuevísima: ¡corrí por un campo de golf! Y me gustó 😉

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