4.867K corridos, 552 días viajando
Cada día siento que disfruto más las visitas. ¡Pero si encima son de las campeonas en venir a verme, mucho más! Laura, Sandra y María ya van por la tercera vez que se suman a la aventura, ¡y no sé cómo agradecérselo! Bueno, a decir verdad, Laurita es en el cuarto país en el que me acompaña 😉
La cita en esta ocasión fue en Chihuahua. Para llegar a tiempo, agarré el vuelo más barato desde CDMX, con sus consiguientes problemáticas: salía a las 5.49am, por lo que para ahorrarme el dinero del taxi decidí ir la noche antes a pasarla en el aeropuerto. Asique después de un par de cabezadas y de hincar cadera en el frío mármol, ¡logré llegar al norte del país!
Ni el calor ni que no me dieran la habitación (llegué terroríficamente pronto) pudieron impedir que saliera a correr mis 15K por allí. ¡Y qué gusto fue terminar rumbo al aeropuerto a por mis amigas! Fue gracias a Álex, antiguo amigo de Laura, que me recogió en lo que creía yo que era la estación del Chepe 😉 Pero no fue el único “fallito” del planning. Después de aplacar la sed que nos dio la visita turística por la ciudad con Álex mediante birras y tequilas, y trasnochando más de lo acostumbrado con sus amigos, llegamos a las 5.40 a la estación (esta vez la buena) del Chepe, con intención de agarrar el tren de las 6am.
¡Pero cuál fue nuestra desilusión cuando nos enteramos que hasta el miércoles no salía el tren debido al Covid-19! Tuvimos que parar a desayunar todo el dulce posible para ver si lográbamos consolar nuestras penas y trazar un nuevo plan (e incluso pasar la tremenda resaca).
El Chepe, llamado así por las iniciales del recorrido Chihuahua – Pacífico, es a día de hoy el único tren de pasajeros de México. Lleva en circulación desde que los americanos lo pusieron en marcha en los años 60, y cuenta con más de 350K que hace en entorno a 9 horas. ¡Todo un atractivo para los turistas!
Pero no hay bien que por al no venga: decidimos copiar el recorrido del tren e ir en bus hasta Creel, y desde allí ver las opciones, porque ya no nos fiábamos de la info de internet. Creel es un poblado en mitad de las Barrancas del Cobre, que a mí me recordaba mucho a los pueblos del lejano Oeste. Llegamos después de descansar (algunas) y sufrir el viaje (otras, que en este viaje se mareaban más de lo habitual).
Allí, después de pedir presupuesto a un par de locales 😉 decidimos (básicamente decidieron muy acertadamente por mí, que yo estaba amarrategui) hacer una excursión en jeep en la que vimos todo lo interesante por allí: la piedra con forma de elefante, la presa de Arareko, el Valle de los Monjes, el Valle de las Ranas y el Valle de los Hongos.
Al día siguiente tocó otra vez bus, primero al Parque de Aventuras de las Barrancas del Cobre, y luego Bahuichivo. En el parque lo pasamos estupendamente: unas haciendo el loco en tirolinas y otras dándonos un pateillo por la zona. Pero lo asombroso fue que pudiéramos coger el bus a Bahuichivo: al salir del parque estábamos esperando dónde nos indicaron por la mañana (la verdad es que poco preocupadas por el transporte y aprovechando el tiempo haciéndonos selfies), y tuvimos la suerte de que se apiadaran de nosotras unos trabajadores del parque. Ellos nos recogieron y nos llevaron en la camioneta al punto donde creían que iba a pasar el bus, y milagrosamente pasó por allí (y no por dónde lo estábamos esperando) minutos más tarde.
En el bus del parque a Bahuichivo conocimos, a raíz de comprarle un par de tamalitos, a nuestro gestor logístico local: Horacio. Además de buscarnos el alojamiento más barato de la ruta, nos llevó a cenar al restaurante de su hermano, en donde nos trataron tan bien que acabó Ilde (la cuñada de Horacio) llevándonos al alojamiento, previo tour por el pueblo e invitándonos a unos curiosos perritos calientes (curiosos porque básicamente consistían en una salchicha pinchada en un palo). Lo mejor de la noche: ver cómo se desgañitaban cantando reguetón en el coche los sobrinos de Horacio, alentados por Sandra y María (que no fallaban una letra de las canciones, todo sea dicho).
¡Y al día siguiente, por fin cogimos el tren, el Chepe! Eso sí, el hermano de Horacio vino asegurarse que no se nos escapara y a dejarnos al buen cuidado de los revisores. ¡Esque habíamos sido hiperpopuares (y nos sentimos súperqueridas) en el pueblo! Pero no fue menos cómo nos trataron en el propio tren: los revisores, al ver que éramos las únicas extranjeras y como íbamos recomendadas, nos llevaron incluso a que nos asomáramos por la parte trasera (que sospecho debe estar prohibidísimo, por la parafernalia con la que nos llevaron a esa parte del tren). Y como fin de fiesta, ¡hasta uno de ellos nos dió un “aventón” (nos llevó) a nuestro hotel en Los Mochis!
Los paisajes que vimos en el tren son impagables: pasa por cañones altísimos y por túneles que quitan el hipo (sobre todo si como nosotras llevas medio cuerpo ventanilla afuera para hacerte fotos). Además, hace giros imposibles y atraviesa ríos por puentes altísimos. ¡Una maravilla visual, vamos! ¡Y otra maravilla más 😉 nos encontramos a Horacio en el tren! Y además de cantarnos alguna que otra cancioncilla (su segundo empleo además de vender tamales), nos pidió una foto que apuesto que todas guardamos con buen recuerdo.
¡Y también hubo tiempo para correr kilómetros para el mundo, que casi me olvido! En dos ocasiones: a la próxima ya no perdono a Laura que se haga en todas las salidas los 15K 🙂 El tren, y el viaje ha sido maravilloso: nos ha costado más de un billete de avión y algún alojamiento fuera de la cuenta 😉 pero no nos decepcionó a ninguna. ¡Mereció la pena con creces! ¡Yo por lo menos me quedé con muy buen sabor de boca, y ya tengo ganas de que vuelvan por aquí mis chicas!
¡¡¡sigues en México!!! Pues sí parece que el país da para largo (y ancho)…
Me alegro de que hayas visitado la Barranca del Cobre: asignatura que Emilio y yo tenemos pendiente desde hace años. Y me alegro también: TIENES UNAS AMIGAS ESTUPENDAS: ¡se fían de tus planes sean sensatos o descabellados! ¡Te dedican sus vacaciones! ¡son aventureras como tú! etc. etc.
Bueno, voy a hacer por aquí un poco de trampa y te cuento (que hoy publico): llegué el 10 a Guatemala. Eso sí, no porque me haya hecho México entero, que más quisiera… He estado allá casi 3 meses y me hubieran faltado 3 más mínimo. El Chepe es de mis top 3! Así que no seré yo la que te diga que no merece un viajito. Y mis amigas, son fantásticas! Llevan ya India, Turquía y México. Y Laura también Montenegro. Además, lo pasamos bomba cuando vienen, porque además de que se adaptan fenómeno (son mochileras también), traen siempre juegos en la bolsa. Un beso enorme familia!!