471K corridos, 67 días viajando
Cuando llegó Jimena a Delhi, fue casi un milagro que nos encontráramos en el aeropuerto: después de mucha espera, había como tres puertas por las que podía aparecer, con suficiente distancia entre medias para que no sé pudiera controlar una desde otra. Sin embargo, lo conseguimos: mi hermana me vió desde lejos y antes de que me diera cuenta ya la estaba abrazando, ¡cuánto la había echado de menos!
Además de ponernos al día porque habían pasado muchas cosas, compartimos unas cervezas (la segunda que me bebía en India) y planificamos el día siguiente: walking tour por la mañana y por la tarde ir a por los dorsales para la carrera del domingo.
Era la primera media maratón de Jimena, y aunque estaba un poco nerviosa, por la de kilómetros que llevaba en patas yo no dudé de que todo saldría bien… Jajajajjajaja, o casi todo, porque tengo que confesar que cuando estábamos en la cola para recoger los dorsales me invadió la duda de si nos los darían: nos había apuntado como participantes locales (el dorsal era muchísimo más barato), y a pesar del turbante qué nos pusieron en un puesto de la feria, creo que no dábamos el pego. Pero coló 😉 y además de dorsal, bolsa del corredor y turbante nos dieron comida y bebida. ¡Planazo! De las mejores ferias del corredor que he visto (que a estas alturas no son pocas).

¡Y llegó el gran día! Amanecimos a las 4.30 que nos recogió un Uber en el albergue con barritas energéticas en la mano, el móvil de Jimena, unas perras en el cinturón y el dorsal colgado; y salimos a ver si esa media era para tanto. El ambiente era espectacular (fundamentalmente de gente india, cosa que no nos extrañó dado el precio del dorsal si eras extranjero), y vimos amanecer: el pistoletazo lo oímos aún de noche y después de un rato poco a poco empezó a clarear.
La estrategia de la carrera estaba clara: yo iba a salir desde delante empujando con mis voladoras que en Delhi y siendo chica, pillaba seguro; y mi sister por detrás con misión de acabar y punto… Jajajajjajaja, esto fue en algún momento mi plan pero cambié de idea porque a veces soy buena hermana (y porque Jimena en lugar de voladoras me trajo las zapas de entreno). Nuestro plan era: en la primera vuelta (de tres) Jimena marcaría el ritmo (suave), en la segunda seguiría marcando (un poco más cañero) y en la última sería yo la qué decidiese en función de cómo la viera 😉
Bueno, pues la veía tan bien, jajajajjaja, que a la segunda vuelta decidí que cambiábamos las reglas y que iba a guiar yo… ¡¡Empezamos a apretar y no paramos de pasar a gente!! Además, fue muy divertido que en la última vuelta cogimos ¡hasta dos de las liebres! Terminamos (o casi) con un magnífico tiempo, en torno a 2h, y mucho mejor de cansancio de lo que esperábamos.
El casi terminar es una buena anécdota. Íbamos con el móvil de Jimena porque, a pesar de que en el mío guardaba todo lo necesario (Uber, Maps.my, Google maps) y tenía datos, era muy necesario grabar en Strava el track. Pues entre los nervios, se nos olvidó conectarlo hasta pasado 1km, por lo que en meta marcaba 20… Asique me tocó, como buena hermana, Una vez acabamos, volver hacia atrás y hacerme el kilómetro de propina para que el (maldito) Strava grabase correctamente los 21.097m que corrimos ese día 😉